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Un broche de oro para el CAL

El Centro Andaluz de las Letras cumple diez años. La celebración, recitales y conferencias en las ocho capitales, coincide con la renovación de su organigrama: a la coordinación general se incorpora Julio Neira...

el 15 sep 2009 / 19:23 h.

El Centro Andaluz de las Letras cumple diez años. La celebración, recitales y conferencias en las ocho capitales, coincide con la renovación de su organigrama: a la coordinación general se incorpora Julio Neira, que aporta su experiencia en la impecable gestión -armónica entre el éxito y el riesgo, entre las concesiones locales y la calidad universal- del malagueño Centro de la Generación del 27. Con cierto aire a iniciativas similares -como las aulas literarias de la Asociación de Escritores de Extremadura, de presupuesto y objetivos más humildes-, el Centro Andaluz de las Letras exhibe el Circuito como su joya de la corona: una versión sureña y literaria de las Misiones Pedagógicas, que busca promover el contacto directo con la literatura -o, al menos, con su versión tangible: los escritores- en localidades al margen de los grandes circuitos.

La fecha ha multiplicado los artículos de compañeros de profesión, congratulándose -yo también lo festejo- por el aniversario del CAL, y relatando las mágicas experiencias vividas durante su participación en el Circuito. Sin embargo, he echado de menos una opinión que me ronda tras cada lectura para el Centro: la organización por su parte es impecable, pero si la respuesta por parte del responsable en la localidad -el concejal, el bibliotecario- falla, de nada sirve que un escritor viaje y abra su libro frente a los asistentes. Si ese responsable se vuelca, el recital es un éxito; pero si considera la cita como una fecha más que justificar en la memoria de actividades del municipio, jamás pasa de fracaso. Yo guardo los recuerdos de bibliotecarias excelentes, dignas de clonación, como la andujareña Asun o Inma, de Carcabuey, pero también algunos recitales mitad anécdota impagable para los postres, mitad inspiración de Poe.

La labor del CAL cojea si el otro eslabón, en los pueblos, falla y rompe la cadena. Así pues, larga vida al CAL, pero también al trabajo agotador y vocacional de los bibliotecarios, el auténtico broche de oro de la fiesta.

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