De Lola Flores se decía que era una gran artista, pero que no cantaba ni bailaba. Sobre nuestro protagonista de hoy, él mismo dice que no es rápido, ni fuerte, ni tiene uno contra uno, pero es el auténtico cerebro del FC Barcelona y de la selección española. Esto no lo dice él, sino los aficionados al fútbol. Xavi Hernández Creus (Terrasa, Barcelona, 1980) es el máximo exponente de la revolución de los bajitos, una demostración de que con poco cuerpo pero con mucha clase se puede llegar a levantar varias Champions League, dos Copa de Europa de selecciones e incluso un campeonato del Mundo.
Xavi se crio en una familia muy futbolera y desde niño estuvo pegándole al balón en la calle. Su padre es natural de Almería y fue uno de los miles de andaluces que tuvieron que emigrar hacia tierras catalanas y llegó a jugar en las filas del Sabadell. Él se encargó de inculcar a sus hijos la pasión por el fútbol y Xavi fue el alumno más aventajado. A los once años ingresó en las filas del FC Barcelona. Los ojeadores vieron que aquel niño de Terrasa prometía bastante, y vaya si acertaron.
En La Masía, el joven Xavi fue impregnándose de todo lo que es el Barça, el club de toda su vida y en el que quiere colgar las botas. Su sentimiento culé es más que fuerte y siempre ha optado por no escuchar los cantos de sirena de otros grandes equipos, así que ha optado por seguir disfrutando en el equipo de toda su vida. Desde que llegó, su ídolo fue Pep Guardiola, entonces cerebro del Dream Team de Johan Cruyff. Xavi quería ser como el fino 4 del primer equipo y poco a poco fue demostrando que tenía madera suficiente para liderar un equipo sobre el césped. Un buen día, en la ciudad deportiva Guardiola veía entrenarse a Xavi y comentó a los que le rodeaban: Éste nos va a retirar a todos. Ymás o menos, así ha sido. De momento, ya es el futbolista del Barcelona que más partidos oficiales ha jugado en toda la historia del club y también el que más títulos ha ganado. Aún le queda carrete pero cuando cuelgue las botas, algo que no está ya demasiado lejos, dejará un registro que únicamente podrá superar un culé como él que se convierta también en estrella mundial.
El pequeño mediocentro del Barcelona fue poco a poco subiendo peldaños hasta que en 1998 logró debutar con el primer equipo. Fue el debut soñado por todo canterano. El Barça que entrenaba Van Gaal disputada la Supercopa de España al Mallorca. Xavi salió como titular y marcó un gol, aunque finalmente su equipo perdiera el trofeo en el partido de vuelta. Desde entonces, su carrera futbolística ha sido un no parar de buen juego y títulos. Es el hombre que maneja al equipo. La esconde, la enseña, la muestra, la pasa y la roba. Lo hace todo, y encima a una velocidad de vértigo. Si lo ven jugar en directo alguna vez, fíjense cómo mueve el cuello continuamente. Siempre atento a sus compañeros y a sus rivales sabe segundo a segundo dónde y cómo está cada uno. Su rapidez mental ya la quisieran muchos matemáticos. Antes de que el rival pueda pensar cómo robarle el balón, Xavi ya se ha encargado de dar un pase perfecto al compañero que, probablemente, haya sido medio gol.
Su forma de vida también es poco habitual en el mundo de las estrellas futbolísticas. No es hombre de salir mucho, no se le conoce nada extraordinaria de su vida. Hasta hace muy poco era uno de los solteros de oro del vestuario del Camp Nou. Ni tenía novia ni tampoco lo esperaba. Aseguraba que estaba muy bien solo, tranquilo y pensando únicamente en su equipo y en cómo seguir mejorando día a día. Pero como las cosas del amor son siempre inesperadas, hace año y medio se cruzó en su vida la periodista Nuria Cunillera y en pocos días serán ya marido y mujer. En su boda, también dejará patente que lo suyo no son las grandes aglomeraciones y será una boda íntima con no más de 150 invitados. Una cosa discreta porque no tiene ningún exceso de ego. Precisamente, sobre los egos en el mundo del fútbol, sí reconoce que los hay y muchos en el vestuario de su equipo aunque cada uno sabe que no sería nada sin el resto de compañeros. Y él el primero. Es un gran pasador, pero tiene que tener alguien a quién pasarla. Ahí puede estar el secreto de su éxito, en saber que no es indispensable y que el compañerismo está por encima de todo. Por este motivo, su amistad con Iker Casillas y aquella famosa conversación para calmar los fuegos entre los jugadores del Barcelona y Real Madrid, que le costó más de un disgusto a Vicente del Bosque, le valió el premio Príncipe de Asturias de 2012, una distinción que únicamente se concede a los caballeros del deporte, lo que es él. Esta noche, Xavi Hernández puede volver a hacer historia con la selección española. Sólo los elegidos como él están preparados para asaltar el estadio de Maracaná y hacer que Brasil baile al ritmo de España.
