Cofradías

Un chaparrón de valentía que la lluvia evitó

El voto de calidad de Maruja Vilches aprobó la salida pero un fuerte aguacero le hizo rectificar

el 19 abr 2011 / 17:13 h.

"Me puedo haber equivocado, pero mi voto ha sido salir". Maruja Vilches pronunciaba compungida unas palabras que nadie esperaba en la parroquia de Omnium Sanctorum. Y es que a pesar de las fuertes lluvias que caían sobre las cinco de la tarde en la calle Feria, la junta de gobierno de la hermandad de Los Javieres había tomado la decisión de realizar la estación de penitencia. El resultado de la votación había sido muy justo, nueve votos a favor contra otros tantos en contra. Debía decidir la hermana mayor en funciones que apostó por una salida que nunca llegó a realizarse.

Nadie puede decir que no lo intentaron. Tras la palabras esperanzadoras de Maruja Vilches, las puertas de Omnium Sanctorum se abrieron de par en par, ante el estupor de los sevillanos que llenaban los aledaños del templo atraídos por el anuncio que había realizado la corporación. Aún así, era imposible salir. La lluvia arreciaba y los partes que manejaba la junta de gobierno, que daban un margen de seis horas sin precipitaciones, parecían haberse equivocado. La decisión, aplaudida antes por todos los hermanos, era en ese instante incomprendida por las cientos de personas que abarrotaban al templo. "Yo así prefiero no salir", decía una de las penitentes. Lo cierto es que a pesar de la división de opiniones que se respiraba el fuerte aguacero invitaba a recapacitar.

Desde al altar mayor de la parroquia se solicitaba la presencia de una Maruja Vilches que recibía las felicitaciones de sus hermanos. La que estaba llamada a ser la gran protagonista de la jornada tenía en sus manos la decisión sobre si finalmente la hermandad de Los Javieres realizaría su estación de penitencia. Su cara era más que nunca el reflejo del alma, especialmente cuando varios miembros de su junta de gobierno le indicaban que ante la circunstancia meteorológica que se estaba viviendo en esa instante era imposible poner a la cofradía en la calle Feria.
Otra vez su voz resonaba en el templo.

"Hemos abierto las puertas y está lloviendo. Nos podemos arriesgar, pero no en estas condiciones. Me parece una osadía y un atentado contra la propia hermandad resistirnos a lo que es la voluntad de Dios". Sus últimas palabras emocionadas recorrían Omnium Sanctorum entre las lágrimas, este vez de tristeza, de un cuerpo de nazarenos que había soñado por momentos con un Martes Santo sin sobresaltos.

Era una locura sacar la cofradía a la calle, y a pesar de la valentía que había demostrado Maruja Vilches, nadie llegaba a comprender cómo la hermandad de Los Javieres anunciaba ponerse en la calle en esas circunstancias. Las puertas de Omnium Sanctorum se cerraban llevándose con ellas una decisión que dará mucho que hablar.

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