Cultura

Un cierre espectacular

Este año el Festival de Itálica, cuya programación ha sido visiblemente recortada, ha tenido una fuerte impronta local.

el 21 jul 2013 / 20:42 h.

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Obra: If at all Calificación: **** Compañía: Kibbutz Contemporary Dance Lugar: Teatro romano de Itálica 20 de julio 2013 Dirección artística, Coreografía, Diseño de escena y luces: Rami Be’er. Diseño sonido: Alex Claude, Rami Be’er. Diseño vestuario: Maor Tzabar, Bailarines: Ranana Randy, Nir Even-Shoam, Daniel Ohn, Dana Raz, Oz Mulay, Shani Cohen, Etai Peri, Korina Fraiman, Daniel Costa, Anna Ozerskaya, Ben Bach, Eyal Dadon, David Ben Shimon, Ruby Wilson, Dafna Ironi. Rami Be’er. italica-criticaAunque se trata de un festival que nació con la vocación de ofrecer al público sevillano la oportunidad de estar al día de las últimas creaciones de la danza contemporánea fuera de nuestras fronteras, este año el Festival de Itálica, cuya programación ha sido visiblemente recortada, ha tenido una fuerte impronta local. Y es que, dada la dichosa crisis y ante la falta de apoyo estatal, el festival ha apostado por invertir en tres producciones de compañías sevillanas de reconocida valía, aunque por desgracia solo una, la compañía de Guillermo Weckert, cumplió con las expectativas despertadas. Así las cosas, tenemos que reconocer que el peso fuerte del festival ha estado en las propuestas de las compañías internacionales que, como la de Martha Graham o el Ballet de Nacional de Marsella, han supuesto un valor seguro para el Festival. Al igual que la obra de la compañía israelí Kibbutz Contemporary Dance con la que su creador, Rami Be’er, indaga en el potencial lírico de la danza contemporánea. Con esta nueva creación el reputado coreógrafo israelita se sumerge en un terreno emocional que transita por las relaciones interpersonales para perfilar sentimientos universales como la insatisfacción, la frustración, la desesperación o la pasión y la ternura que despierta el amor de pareja. Para ello divide el espectáculo en dos partes claramente diferenciadas, tanto por la coreografía como por el espacio escénico, determinado por la iluminación y el vestuario. En la primera domina el negro. Los torsos desnudos de los bailarines y las piernas y pies al aire de las bailarinas imprimen una fuerte carga de carnalidad que se ve completada con la coreografía, sobre todo en los números corales –de corte secuncial- que nos sorprendieron con un original y contundente movimiento disociativo de las articulaciones y un atrevido juego de ruptura que obliga a los bailarines a expandir las figuras con toda una gama de saltos y piruetas. En la segunda parte la danza se dirige hacia un discurso mucho más lirico y sensual. La música adquiere un corte mucho más intimista, aunque sin perder la potencia rítmica de la primera parte, y la coreografía se centra más en los números de pareja y, a pesar de registrar la libertad de movimientos propia de la danza contemporánea, presenta reminiscencias del ballet clásico y, aunque desgrana imágenes hermosas, abusa un tanto de los movimientos reiterativos y las continuas entradas y la fragmentariedad del discurso otorga un ritmo irregular al relato. Cabe destacar el espacio escénico, al que, Rami Be’er dota de una impronta espectacular gracias a la conjunción de un exquisito diseño de iluminación, un vestuario de enorme potencia visual y un diseño musical que envuelve al espectador desde el principio del espectáculo. Aunque sin duda lo más loable es la limpieza técnica, la expresividad y la entrega que derrochan los intérpretes en escena.  

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