Esto es el Real Betis Balompié. Golpe a golpe, como diría Antonio Machado. El domingo, ante el Getafe, fue el guardameta portugués Ricardo nuestro particular salvador. Como en otro encuentro lo fue Mariano Pavone, o en otro Capi, o en otro Edu... Qué complicado parece hacer que todo el bloque que ahora adiestra Paco Chaparro funcione de forma homogénea y con carácter permanente. Vuelvo a lo mismo, no le pidamos lo que puede no dar habida cuenta de las actuales circunstancias en que se mueve el club. El fin de semana se ha completado con una auténtica exhibición en todas las categorías, incluyendo la regata principal del 8 con timonel, en la clásica sevillana de remo Sevilla-Betis en el río Guadalquivir. Desde aquí, mi enhorabuena a todos los triunfadores.
Ya pueden llover los lamentos por la situación del accionariado, por la ausencia de planificación deportiva o por otras circunstancias, pero nuestro Betis, que ahora vive todos los partidos como auténticas finales, está en condiciones de mantenerse en Primera División una temporada más. El bético es un ser esencialmente optimista ante la adversidad, y más el sufrido abonado que va al estadio un domingo tras otro domingo y que, cuando se trata de animar al equipo lo hace sin importarle quién dirige al club. El bético sólo quiere ver a su equipo salir vencedor.
Así ocurrió el pasado domingo frente al Getafe, donde a la épica de lo cotidiano -sufrir viendo el encuentro- se unió la extraordinaria actuación de un reciente fichaje, un portugués que ha sabido entender la parte más romántica del sentimiento bético, una suerte de resignación similar a la saudade lusa con un espíritu irrenunciable de victoria y de reafirmación en la capacidad para forjar pequeñas y grandes gestas para mayor gloria de la hinchada verdiblanca. Así se escribe el destino del Betis. Verso a Verso.
