Un instituto que aspira a llevar el aprendizaje más allá de las aulas

El centro utrerano Ruiz Gijón protagoniza un proyecto educativo con otro instituto francés, después de obtener varios premios y reconocimientos por su óptima labor docente

15524674 La educación no solamente se encierra en las aulas de un centro educativo con el tradicional método de enseñanza que conocemos todos. Hay formas novedosas y proyectos sugerentes que acercan el conocimiento, de un modo innovador e igual de efectivo, a los estudiantes. Es el caso de Guadalquirhône, un proyecto que, desde hace tres años, une al instituto utrerano Ruiz Gijón con el centro Glanum, de St. Rémy de Provence, en Francia. Media decena de reconocimientos avalan ya este proyecto «multidisciplinar, cooperativo, que tiende la mano a un trabajo común y abre la puerta a otras culturas, a otros puntos de vista, a que los alumnos aprendan otras lenguas, otros métodos», comenta María José Rodríguez de la Cueva, profesora del instituto de Utrera que se encarga de coordinar dicha actividad. Utreranos y franceses se mantienen en contacto a través de una plataforma llamada eTwinning, hasta que se encuentran físicamente para seguir compartiendo ideas y experiencias. Precisamente esta plataforma entrega varios galardones nacionales, habiendo otorgado al Ruiz Gijón el premio Buenas prácticas, siendo el único concedido en Andalucía en este año. A éste se une otro premio nacional y los sellos de calidad que han recibido en España, en Francia y a nivel europeo. Incluso el consejero de Educación y Cultura de la Junta de Andalucía, el socialista Luciano Alonso, se ha puesto en contacto con el instituto utrerano para felicitarle por el trabajo que vienen realizando con estos alumnos. Cuando comenzaron a desarrollar la idea, el objetivo de ambos centros educativos era crear un proyecto común en el que se abordaran temas patrimoniales, históricos y culturales que unieran a ambos países. De esta idea original surgió la redacción de una historia por parte de las profesoras que coordinan el proyecto en los dos centros, primero con personajes franceses, algo que sirvió como antesala a Guadalquirhône, a raíz de lo cual se incorporaron los personajes españoles. Este trabajo, editado incluso en libro, trata de una familia de astados que comienza a tener dificultades para permanecer en su entorno natural, que no es otro que La Camarga (Francia), debido a la cada vez mayor cantidad de plantaciones de arroz, por lo que se ven obligados a huir tras buscar otro entorno parecido, que encuentran en Doñana, al sur de España. El trazado del itinerario es por el sur de Francia hasta llegar a Pamplona, Madrid, La Mancha, Sierra de Cazorla, Córdoba y Sevilla, desde donde descenderán por barco hasta llegar finalmente a su destino. Mientras, a mediados del verano de 2012, dos familias de toros están obligadas a dejar el hábitat en el que viven. La familia francesa Mistralou escapa de la sequía progresiva de los acuíferos y del aumento de población que acontece cada año en torno a Doñana, lugar en el que se sienten como en La Camarga. Por otro lado, la familia Al-Andalés, andaluza por si el nombre no lo dejara claro, huye de los mares de plásticos que día a día aumentan en Almería, pues ya no tienen apenas sitio en el que pacer. Con esta historia como telón de fondo, el objetivo perseguido es que los chavales tomen conciencia de la importancia de la conservación del medio ambiente; que respeten la diversidad cultural, patrimonial y artística; que sean solidarios; y que no discriminen por razones de sexo, edad, color de la piel, creencias, origen… También se pretende que los estudiantes se enriquezcan y se formen a través de la cooperación y del aprendizaje, llegando a tener espíritu crítico, aceptando otras opiniones e ideas, preparándose para el diálogo y el debate. Para lograr todo ello, son muchos los departamentos del instituto que se implican y participan en este proyecto: desde Historia hasta Biología, pasando por Salud, Arte, Matemáticas… Además del trabajo realizado en cada centro educativo, el proyecto incluye un intercambio con los alumnos participantes, algo que supuso «una experiencia altamente gratificante, un mundo de sensaciones y de sentimientos», recuerda Rodríguez de la Cueva. En primer lugar fueron los franceses quienes visitaron Utrera, pudiendo convivir con los utreranos y sus familias durante una semana, y devolviéndoles la visita con posterioridad. En palabras de la profesora del instituto Ruiz Gijón, «ellos pudieron conocer nuestro sistema educativo, comprobar cómo trabajamos, y visitaron casi todos los lugares que habíamos nombrado en el libro, mientras que nosotros hicimos allí mismo», asegura. Dicho de otro modo, los chavales «vivieron in situ todo lo que habíamos estudiado». Con esta sorprendente iniciativa, los alumnos pudieron vivir «experiencias que nunca van a olvidar» y aprendieron «un sinfín de técnicas que les van a servir para sus estudios durante toda su vida». El proyecto en cuestión, además, «ha sido evaluado satisfactoriamente por parte de la comunidad educativa», añaden, por lo que cuenta con el respaldo de las distintas áreas del instituto utrerano. Pero no solamente es positivo para los chavales participantes, sino incluso para los docentes. «Es un trabajo tremendamente satisfactorio, a mí personalmente me enriquece mucho, porque aprendo día a día», reconoce la coordinadora del proyecto. Desde hace tres cursos vienen trabajando los dos centros educativos en este proyecto bilingüe. Es una unión e interrelación que continúa ahora con otro trabajo sobre la dieta mediterránea, bajo el nombre Una mesa en el Mediterráneo, y que culminará en mayo con un viaje del alumnado implicado en el mismo a Francia. Esto es el ejemplo de que dos pueblos, aparentemente tan distintos, pueden trabajar de forma conjunta, intercambiando experiencias y enriqueciéndose mutuamente. Y todo rompiendo los esquemas tradicionales, permitiendo a los chavales aprender más allá de las aulas.

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