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Un juramento en favor de los niños

A Kimmie Weeks estuvieron a punto de enterrarlo vivo durante la revolución de Liberia de los años 80. Lo daban por muerto y lo tiraron a una montaña de cadáveres.

el 16 sep 2009 / 01:40 h.

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A Kimmie Weeks estuvieron a punto de enterrarlo vivo durante la revolución de Liberia de los años 80. Lo daban por muerto y lo tiraron a una montaña de cadáveres. Tenía nueve años. Se comprometió a trabajar de por vida por los derechos de los niños si salía vivo de allí. Y así fue.

Su infancia fue tan dura en Liberia que no quiere que ningún chaval vuelva a pasar las penurias que él vivió. Antes de la revolución liberiana reconoce que vivía bien y tenía acceso a hospitales y colegios. Lo que estaba previsto como una revolución sin sangre de tres días para derrocar al presidente Charles Taylor se convirtió en un conflicto de años que arrasó con todo. También con su infancia y casi con su vida.

Weeks, junto a su madre, tuvo que comer raíces y hojas silvestres, además de beber agua infectada para sobrevivir. Lo perdió todo. Muchos de sus amigos fueron reclutados como niños soldados para la guerra. Él, aunque afortunadamente no tuvo que pasar por ese trance, sí vio cómo muchos menores que él conocía quitaban la vida a golpe de gatillo a otros jóvenes con los que compartían juegos infantiles en la calle no mucho tiempo atrás. El juego de la guerra se hizo realidad.

Con 14 años Weeks, impotente ante tanta sinrazón gubernamental, comenzó su lucha activista para tratar de erradicar los niños soldados. Redactó un informé en el que demostraba cómo el presidente Taylor reclutaba y adiestraba menornes para mandarlos a Sierra Leona. El diario local que publicó el informe fue cerrado, los periodistas arrestados y Weeks, amenazado de muerte por el Gobierno liberiano. Con ayuda de la Embajada de EEUU consiguió huir. Norteamérica le dio asilo político, cobijo y estudios. Empezó una nueva vida siempre con la idea de ayudar a los niños. Trabajó en un MacDonald's para sobrevivir hasta que finalmente se pudo licenciar en Ciencias Políticas e Historia.

Lo que no olvidó nunca, e pesar de la lejanía de las armas, fue la promesa que se hizo bajo la montaña de cadáveres. Siempre la recuerda. Desde que aterrizó en EEUU, mantuvo su discurso de trabajar por los niños. Daba conferencias y recaudaba dinero para que su organización fuera cada día un poco más grande. Y así ha sido. Actualmente trabaja en seis países con Acción Internacional de la Juventud, donde hay más de un centenar de personas en plantilla.

Su organización trata de favorecer las necesidades de las familias que viven en los países de la posguerra. En 2008 beneficiaron a cerca de 150.000 personas. Y todo ese esfuerzo empieza a tener su reconocimiento. En 2007, el presidente de su país, Ellen Sirleaf, le concedió el más alto honor del país al concederle la Orden Humana de la Redención de África. Es las persona más joven que lo ha recibido jamás. Ya hay quien lo compara con Nelson Mandela, Gandhi y Luther King y su vida y obra comienza a formar parte del guión de una serie televisiva producida en norteamérica.

Weeks, que reside ya de forma habitualmente en Liberia y viaja continuamente por el mundo para dar a conocer su proyecto, nunca perdió la nacionalidad de su país. Si hubiera obtenido la nacionalidad estadounidense no podría en un futuro ofrecer educación gratuita a todos los niños de Liberia y trabajo y formación para los jóvenes. ¿Cómo tiene Weeks pensado hacerlo? Presentándose como candidato a las elecciones presidenciales de 2017.

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