A.M.G.
Pequeña, pero con cosas que ver. Éste es el mensaje que quiere lanzar Albaida del Aljarafe (2.600 habitantes), que a su mirador en la Torre Mocha va a unir ahora un parque en la zona donde están las viejas ladrilleras. Para dar a conocer sus proyectos, hoy arrancan las Jornadas de Patrimonio Local.
Hay en Albaida del Aljarafe un enclave que conocen como la Barranca, donde durante siglos se ha extraído barro para hacer ladrillos que se cocían allí mismo en hornos. La elaboración artesanal de las piezas se prolongó hasta hace pocos años, cuando las nuevas normas medioambientales prohibieron la actividad, aunque todavía siguen en pie tres ladrilleras que hunden sus raíces en época musulmana.
Los hornos están declarados bien de interés cultural (BIC), y para que el visitante pueda acercarse a ellos van a integrarse en un parque que rehabilitará este entorno y que tendrá otro de sus hitos en la Fuente Salobre. Ya de paso, se va a estudiar de qué época son las ladrilleras, al igual que se va a hacer con el principal monumento albaidejo, la Torre Mocha o de don Fadrique.
La tradición remonta esta torre también a época musulmana, pese a que una inscripción le atribuye al propio don Fadrique su construcción allá por el siglo XIII. El monumento se va a transformar en un mirador con vistas a toda la comarca, para lo que se mejorarán los accesos con la instalación de una escalera portátil.
En esta labor de recuperación del pasado va a jugar un papel fundamental la carta arqueológica del municipio, en la que ya se trabaja y que por ahora ha permitido que el número de yacimientos localizados pase de tres a 20 en la zona conocida como Cerro de la Cabeza.
Con esta conjunción de patrimonio y naturaleza, la alcaldesa de Albaida, Soledad Cabezón (PSOE), está convencida de que tienen elementos suficientes para "diferenciarse" con una oferta atractiva a pocos minutos de Sevilla y que, de paso, permite al visitante disfrutar de la parte mejor conservada del escarpe del Aljarafe.
