Rocío

Un río hacia la Blanca Paloma

Morón inicia el «camino de verdad» en la barcaza de Coria, como otras 21 filiales.

el 04 jun 2014 / 09:16 h.

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Río RocíoEl Guadalquivir bajaba ayer revuelto. El viento tenía al río encrespado, pero nada relevante, según Manuel Díaz, uno de los socios de la empresa de las barcazas de Coria que cruzan el río de una orilla a otra, mientras recuerda los temporales del invierno. Pero aunque no fuera importante, a los animales les impone subirse en un barco y más cuando el agua está tan movida. Quizás por esto Discutido y Españolito, los dos bueyes que desde hace ocho años tiran de la carreta del Simpecado de Morón, subieron ayer con tanta fuerza y rapidez la cuesta que lleva del río al parque. «Cuando se montan en la barca notan que tiembla, como cuando los meten en un camión, pero el miedo los deja quietos y así es más fácil la travesía», explicaba el boyero, Manuel Villegas, superado este repecho, donde «hay que aguantarlos de la fuerza que tienen». En cualquier caso, en este punto empieza «el camino del Rocío de verdad», asegura entusiasmado el hermano mayor de Morón, Manuel Solano. Tras el recorrido por el pueblo del lunes y los siete kilómetros hasta la primera parada, la filial número 106 llegó hasta la otra orilla del Guadalquivir en los vehículos, por carretera. En la barcaza, retomaron los cánticos, una sevillana, la Salve en medio del río y los vítores a la Virgen del Rocío y a su hermandad al alcanzar la ribera de Coria. María del Carmen y José contemplan la travesía del Simpecado y todas las carretas de la filial moronense desde un lugar privilegiado, en la acera, desde lo alto y a la sombra, «aunque hoy el día no esté muy mal, pero se agradece». Es el segundo año que vienen desde Sevilla «expresamente para ver las carretas. Es muy pintoresco». No son rocieros, pero sí les gusta «el ambiente y el cruce del Guadalquivir, que es muy bonito». Se conforman con ver una sola hermandad y este año, por casualidad, le ha tocado a Morón. «Es arcaico que esto se siga haciendo así, que se siga usando este medio, con estos procedimientos... Hay que tener un corazón muy grande, un sentimiento muy grande para renunciar a las comodidades, a la seguridad y hacer este tipo de camino», confiesa José con cierta admiración. A este matrimonio le gusta mucho viajar y «siempre nos dejamos sumergir en lo que estamos viendo. Por esto nos parece admirable», concluyen mientras las barcazas van y viene de una orilla a otra cargadas de tractores con remolques, charrets y algunos caballos que acompañan a este Simpecado, además de sus 150 peregrinos. Una pancarta recibe a los rocieros en la orilla coriana. Por las calles, los carteles recuerdan que este cruce de hermandades se prolonga del 1 al 12 de junio, aunque la última de las 21 filiales que atraviesan el Guadalquivir por este punto será la de Los Palacios y Villafranca el jueves a las 16 h. y lo retomará Osuna el mismo lunes de Pentecostés a las 11.30 h. Señales de tráfico indican cómo llegar hasta el punto de desembarco para que todos los visitantes puedan disfrutar rápidamente de este espectáculo. Pero al mediodía ayer no había muy público en la orilla del río, aunque los bares del entorno sí estaban llenos y muchos chiquillos se acercaban corriendo al paso de la carreta. «Por la tarde, se anima mucho más. Ayer [por el lunes] fue apoteósico el cruce de la hermandad de Granada», comenta Andrés Peñuela, coordinador del Cruce de Coria asignado por el Ayuntamiento, que esperaba el mismo ambiente para Carmona, que, además, por primera vez haría la pernocta en el municipio. Y es que, aparte de que Morón atravesó el Guadalquivir a las 15.30 horas, muchos rocieros corianos habían iniciado ya el camino con su hermandad esa misma mañana. Pero en la parroquia de Nuestra Señora de la Estrella se había quedado un pequeño retén para recibir a las hermandades. Los peregrinos de Morón callejearon por el pueblo hasta llegar a las puertas del templo. Manuel Villegas mandó a sus bueyes pararse justo bajo el dintel, pero los peregrinos entraron y cantaron ante la patrona de los corianos: «Cuando vuelvo ante ti, vuelvo a ser rociero», quizás remitiéndose a las palabras del hermano mayor, Manuel Solano, que decían que en Coria empezaban el auténtico camino. Tras los vítores, retomaron el ritmo. Mientras Manuel Díaz, en la barcaza, agradecía el repunte de la actividad gracias al Rocío.

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