Ser hermano mayor de una hermandad difícilmente puede ser superado por otro puesto en una cofradía. Sólo algo como ser el primer nazareno que pedirá hoy la venia en La Campana por una histórica primera vez para El Sol podría igualarlo. Francisco Javier Parrado, después de haber sido hasta el pasado noviembre hermano mayor, cumplirá hoy su labor como primer nazareno.
"No sé qué es mejor", confiesa. "Después de tantos años esperando, me llena de honor iniciar la carrera oficial de la hermandad. El sueño cumplido". La cofradía ha pasado desde 1932 por un largo recorrido hasta conseguirlo: de grupo de devotos a asociación, para después ser agrupación parroquial, hermandad de gloria y por fin, hermandad de penitencia. "Hemos sido de todo".
Pero no acaban ahí las satisfacciones para Francisco Javier. "He tenido dos regalos este año". Como él cuenta, "entre comillas", la Junta de Gobierno le ha permitido elegir el lugar en el que irá en la comitiva. "Nunca he visto al Cristo. Jamás". Por ello pidió ser fiscal de paso, y se le ha concedido ese honor.
En su día a día, trabaja como informático para una cementera. "Un departamento de informática es como un cuerpo de bomberos: lo mismo estás un rato tranquilo que de pronto vienen las prisas". Pero si se quiere, se compagina con la vida en la hermandad: "Un gran maestro mío de cofradías me decía que a un cofrade de verdad, esto le cuesta tiempo, dinero, disgustos y algunas satisfacciones. Quizá sea un poco categórico, pero esto se hace por gusto y porque quieres".
Lleva desde los seis años saliendo de nazareno, pero "cuando me dijeron lo de ser primer nazareno, me puse nervioso". Y no descarta estarlo en el momento de pedir la venia. "Intentaré hacer algo especial, pero nada del otro mundo".
Solemne y ortodoxo, pero "uno se acuerda de muchas cosas". De gente que lleva toda la vida "trabajando por esto", por poder atravesar la ansiada carrera oficial. De hermanas que le han lavado la ropa a la Virgen en la lavadora de sus casas, "por no poder pagar una tintorería". O hay quien incluso cortaba las flores de sus macetas para llevárselas a la imagen. "No voy a nombrar a nadie por no caer en el olvido, pero ellos saben quiénes son".
¿Para el año próximo? "Mi cirio y mi cruz, y tan contento".
