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Un trienio de sacrificios

“El ajuste fue muy impopular y difícil de explicar”, reconoce hoy Zapatero, quien explica cómo vivió el inicio de la crisis desde su puesto como presidente del Gobierno.

el 12 may 2013 / 09:00 h.

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Por Rosa Paz

El ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. El ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

En tan solo unos minutos, José Luis Rodríguez Zapatero cavó su tumba política, sentenció el futuro electoral del PSOE y despertó a los españoles de su sueño de nuevos ricos para situarles, de golpe, en una cruda realidad que con el paso del tiempo ha llevado a muchos a convertirse en nuevos pobres. Fue durante los instantes que ocupó el entonces presidente del Gobierno en anunciar en el Congreso de los Diputados, aquel 12 de mayo de 2010, hace hoy tres años, el primer tijeretazo desde el comienzo de la crisis: congelación de pensiones, reducción del 5% de los salarios de los funcionarios, adiós al cheque bebé de 2.500 euros, fin de las inversiones públicas...

“Sin duda las medidas de mayo del 2010 resultaron muy impopulares y difíciles de explicar”, asegura hoy Zapatero. Pese a mantener un perfil público bajo, sin conceder entrevistas, el exjefe del Ejecutivo ha accedido a responder por escrito a un puñado de preguntas formuladas por este diario sobre lo que ocurrió esos días. “Siempre procuré dar la cara y asumir la responsabilidad”, afirma, y añade que pese a los recortes, desde el Gobierno socialista siguieron haciendo “un gran esfuerzo por preservar la cohesión, por mantener los pilares del Estado social, los avances en Educación, en Sanidad, y por aumentar la prestación por desempleo”.

De hecho, políticas como el copago sanitario o la reducción del subsidio de paro también estuvieron sobre su mesa en aquellas dramáticas jornadas que siguieron a la reunión del Ecofin de la noche del domingo 9 de mayo, en la que se exigió a España un recorte de 15.000 millones. Zapatero decidió preservar esas políticas, aunque después han saltado por los aires con la llegada del PP al Gobierno, en diciembre del 2011. RESPONSABILIDAD. Si el anuncio del tijeretazo provocó un escalofrío que recorrió el espinazo del país, los diputados y dirigentes socialistas, que se enteraron al escuchar a Zapatero en el hemiciclo, sucumbieron a la desolación. “Es el fracaso del proyecto socialdemócrata, el fracaso de un intento keynesiano de afrontar la crisis”, se dolían entonces. Lo que más les molestó fue la congelación de las pensiones. Ahora, tras los batacazos en las elecciones locales, autonómicas y generales del 2011, el PSOE sigue sin recuperar la confianza de sus electores, sus expectativas continúan cayendo y algunos de sus dirigentes se lamentan de la herencia. “No fui candidato en el 2011, pero me siento responsable como nadie del resultado electoral”, explica el expresidente, quien asegura también que asume con “espíritu democrático” los “reproches” que le llegan desde el PSOE.

Aquellos recortes impuestos por la UE para reducir el déficit, que se situaba entonces en el 11,1% del PIB, supusieron un giro copernicano en las políticas que venía aplicando Zapatero. Solo una semana antes, había rechazado públicamente las propuestas que le hizo en ese sentido el entonces líder de la oposición, Mariano Rajoy. “Si uno hace una drástica reducción del déficit puede comprometer la recuperación”, dijo el presidente. Visto con la perspectiva de estos tres años, no le faltaba razón, porque la economía crecía entonces un escaso 0,1%. Sin embargo, ahora lleva siete trimestres en recesión, el paro ha pasado de 4,5 millones a 6,2 millones de personas, y la prima de riesgo rozó el pasado verano los 650 puntos. Hoy en día parece un tanto ridículo, pero el hecho de que este indicador económico alcanzara los 170 puntos la semana del 3 al 9 de mayo del 2010 fue lo que hizo saltar los fusibles de la UE y lo que forzó el cambio de políticas.

“Las medidas fueron impuestas por la situación misma --explica Zapatero--. Los líderes europeos, casi de un día para otro, a partir del estallido del problema griego, vimos por vez primera amenazada la estabilidad de la zona euro. Y en un clima de grave preocupación tratamos de conjurar esa amenaza”. Ahí se acordó “la rápida contención de los déficits nacionales”. FIN DEL ESTÍMULO. El 7 de mayo se celebró un Consejo Europeo de urgencia. Esa semana, “una jauría de lobos”, en palabras del ministro de Finanzas sueco, Anders Borg, se había lanzado contra el euro. “La crisis de la deuda de mayo del 2010 fue abrupta y puso a Europa en una situación inédita”, dice el expresidente, que rememora cómo aún a finales del 2009 la UE, con el apoyo del FMI, acordó “una retirada gradual de los estímulos financieros con los que habíamos dado respuesta a las consecuencias de la crisis financiera que estalló en otoño de 2008”. Esa semana se eliminaron de cuajo.

La concreción del recorte del déficit se dejó para el Ecofin del domingo. “Había temor a la apertura de los mercados ese lunes", relata Zapatero. "Con mi respaldo, Elena Salgado la vicepresidenta se comprometió a una reducción inmediata del equivalente al 1,5% del PIB. La identificación, nada fácil, de ese ajuste la hizo el Gobierno a continuación”.

Se había acabado la época en que el Gobierno español creía que podía decidir qué políticas aplicar y con qué ritmo. Y empezó “Pearl Harbor”, como dijo Zapatero, o la “Bahía Cochinos del PSOE”, como lo define un exministro. El presidente del Gobierno reunió al núcleo duro de la Moncloa y casi en solitario, con la ayuda de la ministra Elena Salgado, aplicó la tijera. La mayoría de los miembros del Gobierno se enteraron en el Parlamento. Tres años después, algunos todavía le reprochan que no convocara un Consejo de Ministros extraordinario y que congelara las pensiones. AUSTERIDAD “INEVITABLE”. Entre la noche del 9 y la mañana del 12, a Zapatero le llamaron Obama, Sarkozy, Merkel... Él, dice, tuvo un sentimiento de responsabilidad, pero también “cierta amargura”. “Habíamos hecho muchos esfuerzos en políticas sociales durante los años precedentes, políticas que merecía la pena salvaguardar incluso, o precisamente, en condiciones mucho más adversas”, sostiene el exjefe del Ejecutivo. No obstante, confiesa que “creía que la austeridad era necesaria, inevitable, pero pensaba, y pienso, que debe ir acompañada de medidas de crecimiento”. Aun así, admite que “aún no es fácil de constatar en la práctica” qué reformas “ayudan de verdad a la recuperación”.

Al final de su mandato, el expresidente dijo que todo lo hizo para evitar el rescate. Ahora reitera que siempre pensó que, de todos los males de la crisis, “el peor era el rescate”, porque hubiera supuesto «sacrificios todavía mayores». Su “principal preocupación” fue que España “no perdiera su autonomía democrática, costase lo que me costase, hasta que dejé el Gobierno”. Reconoce que esa no fue una tarea fácil. La amenaza “se iba materializando”.

Hoy se cumplen casi 1100 días desde que se impuso la política de rígida austeridad. Hay expertos que cifran en una década el retroceso económico y social que está causando en España. Otros hablan incluso de una involución de cinco lustros. El caso es que tres años después la economía cae, el paro crece, los salarios bajan, los precios suben y uno de cada cinco ciudadanos roza ya el umbral de la pobreza. La consecuencia política de esa situación sin esperanza es la irritación ciudadana, la desconfianza en los representantes y el desapego de la UE.

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