Cofradías

Un Viacrucis de la Fe que acabó como el rosario de la aurora

La esperpéntica jornada sólo se salvó por la respuesta masiva de los fieles al rezo de las estaciones en una Catedral abarrotada.

el 17 feb 2013 / 10:49 h.

El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, a su paso por la sexta estación del Viacrucis –que correspondía a la hermandad de San Esteban– en el interior de la Catedral.

Lo que mal empieza... Tras cuatro meses de convulsos preparativos, el Magno Viacrucis del Año de la Fe terminó ayer como el rosario de la aurora: con el Consejo de Cofradías depositando en 14 juntas de gobierno la decisión final sobre si trasladar o no sus pasos; con hermanos mayores asumiendo un arrojo innecesario para intentar poner a toda costa sus pasos en la calle; con una hermandad, cegada por la ilusión, intentando saltarse a la torera el acuerdo de suspender los traslados si no había unanimidad; con cofradías anunciando que asomarían sus pasos a la calle por bien de los visitantes que ayer deambulaban de templo en templo buscando una pincelada cofradiera que llevarse a la boca; y, como traca final, con los hombres de San Gregorio y con la autoridad eclesiástica echándose la pelota unos a otros sobre quién debía aprobar o desautorizar el ofrecimiento de la hermandad de Torreblanca de presidir en solitario el Viacrucis en la Catedral. De traca.

La primera secuencia de esta película de serie B se rodaba a las 10 de la mañana en la sede del Consejo. De allí salieron los hermanos mayores de las hermandades participantes en el Viacrucis con el último parte meteorológico bajo el brazo, una predicción detallada por horas que conocieron por boca de un técnico de Aemet. La probabilidad de precipitaciones era alta durante toda la jornada, si bien serían muy escasas. Ya en esta primera reunión, el hermano mayor de Torreblanca, Luis Miguel González, deslizó sobre la mesa un polémico ofrecimiento: la intención de su hermandad de presidir en solitario el Viacrucis en la Catedral si las demás acordaban no salir. En este primer sondeo, sus homólogos se limitaron a recordarle la existencia de un acuerdo por el que bastaba con que una hermandad desistiera de salir para que se abortaran todos los traslados.

A partir de ese momento, se abría un pequeño compás de espera que el presidente del Consejo, Carlos Bourrellier, aprovechó incluso para espolear a las hermandades y pedirles que "a lo mejor, en un año tan especial, hay que tomar decisiones más arriesgadas". Los hermanos mayores debían reunir a sus cabildos de oficiales para tomar una determinación. El twitter echaba humo. ¿Quién sería la primera hermandad en pronunciarse? Desde la calle Feria y desde la iglesia de Santa Marina llegaron las primeras buenas nuevas: Monte-Sión y Torreblanca aprobaban las salidas de sus titulares. Parecía como si entre tanto baile de porcentajes de riesgo de lluvia se abriera un rayito de esperanza. Todos miraban de reojo a San Lorenzo y al Patrocinio, cuyos hermanos mayores se estrenaban en este tipo de decisiones. Sin embargo, la primera negativa en oficializarse fue la de la hermandad de Montserrat. En total, cinco de las 14 hermandades participantes decidieron no arriesgar. A la cofradía de Montserrat, se unieron las hermandades de El Cachorro, Gran Poder, San Gonzalo (otro hermano mayor que se estrenaba con las secuelas aún frescas de un último Lunes Santo pasado por agua) y el Santo Entierro. Poco después de las 11.30 horas, el Consejo oficializaba a través de un breve comunicado la suspensión de los traslados de los pasos procesionales y la activación del plan B, el desarrollo del ejercicio del Viacrucis en el interior de Catedral a partir de las seis de la tarde. Pero, al mismo tiempo, que se otorgaba carta de oficialidad a esta versión light del Viacrucis, sobre la mesa de la junta superior del Consejo, presidida por el delegado diocesano de Hermandades, Manuel Soria, comenzaba a debatirse la envenenada propuesta de Torreblanca de apelar a la heróica y pasar a la historia como la hermandad que salvó el Viacrucis del Año de la Fe. El Consejo comenzó a sondear de nuevo a los hermanos mayores, que en esta ocasión respondieron favorablemente, de forma mayoritaria, si bien algunos se creían en el mismo derecho que Torreblanca. Ni siquiera entre los cargos generales había unanimidad en torno a este ofrecimiento. "Yo lo habría aprobado con los ojos cerrados porque en estos tiempos que vivimos es mucha la felicidad que se hubiera repartido en un barrio muy humilde", expresaba posteriormente, a título particular, el vicepresidente del Consejo, Manuel Nieto, desde Santa Marina, donde acompañó con una vara a la hermandad de Torreblanca en su corto paseo hasta la puerta del templo.

El delegado de Hermandades intentó que la determinación final recayera sobre el Consejo, pero los hombres de San Gregorio decidieron cubrirse las espaldas y pasarle la patata caliente a la autoridad eclesiástica. Las tensas deliberaciones incluyeron un paseito de Soria y Bourrellier hasta el Palacio Arzobispal, pero el arzobispo Asenjo acabó delegando toda responsabilidad sobre su delegado episcopal, quien a la vista del desarrollo de los acontecimientos y de la precipitación con que había llegado el ofrecimiento de Torreblanca no consideró conveniente que el misterio del Cautivo ante Pilato se diera un más que presumible baño de masas en su traslado hasta esa soñada meta de la Catedral que un día le entreabrió a todo un barrio el cardenal Carlos Amigo.

Asolados por este revés, los hermanos de Torreblanca -el Consejo, oficialmente, se lavó las manos- le abrieron un pasillo de cirios al Señor Cautivo para que por unos minutos se asomara a las puertas de Santa Marina. Fueron los únicos golpes de llamador que se escucharon ayer en Sevilla, y eso que algunas hermandades, caso de Monte-Sión y Las Siete Palabras, tambien estuvieron barajando la opción, finalmente descartada, de matar el gusanillo paseando a sus titulares.

Lo único que salvó la jornada de ayer del naufragio completo fue la masiva respuesta de los fieles, sevillanos y visitantes llegados de fuera, al rezo de las catorce estaciones del Viacrucis en el interior de una Catedral abarrotada. Aunque sin pasos, el Viacrucis de la Fe estuvo revestido de una gran solemnidad y fue seguido con suma devoción, espiritualidad y recogimiento por las miles de personas que abarrotaron la seo.

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