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Un viaje a la luz

El IAPH devuelve al retablo de la iglesia de Santa Ana todo su esplendor.

el 27 feb 2010 / 19:16 h.

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Un momento del delicado trabajo de recuperación de las pinturas.
Un viaje por la luz y el color. Será el ramo de sensaciones nuevas que brindará la restauración del programa pictórico del retablo de Santa Ana.

Los técnicos del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico están recuperando este fabuloso altar renacentista al que hasta los más viejos de Triana recordaban velado por las tinieblas, sin que la suciedad y el deterioro de los siglos permitiera apreciar ese evangelio gráfico que narra las escenas de la vida de la Virgen según los pinceles del pintor flamenco Pedro de Campaña (1503-1580).

Cuando se decidió la intervención se había llegado a un punto de no retorno y la restauración era una necesidad perentoria. Si hace algunas fechas se desvelaba al público el alcance de los trabajos realizados en la arquitectura del retablo, los talleres del IAPH aún albergan la parte más íntima de esta restauración fundamental, también la más espectacular.

La retirada de la suciedad y los barnices alterados que enmascaraban las 15 tablas es la fase más llamativa de esta intervención realizada en el IAPH bajo la dirección técnica de Rocío Magdaleno, restauradora de pintura. Según explica la facultativa, "las pinturas se encontraban muy tocadas, habían sufrido hasta tres intervenciones anteriores y gran parte de la superficie estaba cubierta por repintes".

La búsqueda de esa impronta original ha sido una de las premisas del criterio seguido por los técnicos. "Se trataba de recuperar la obra de un pintor que antes de la intervención no se podía apreciar. Ahora podemos acercarnos a la técnica pictórica de Pedro de Campaña, a la utilización de claroscuros, de esos colores tan vivos propios del arte flamenco. Había escenas que estaban completamente perdidas y se van a poder distinguir ahora", e incide en la gravedad del estado de conservación de un bien mueble de valor incalculable que demandaba la actuación de estos cirujanos del arte: "El estado de conservación de algunas zonas era irreversible. Cuando tuvimos las tablas aquí pudimos apreciar algunas lagunas de tamaño considerable. Afortunadamente, la mayoría de esas pérdidas de color no coincidían con zonas representativas de figuras, eran fondos que se han podido reintegrar sin ningún problema", explica la restauradora.

Siguiendo los preceptos de la llamada carta del Restauro, los restauradores están empleando la técnica del regattino para reintegrar o cubrir de color las lagunas.

A base de un rallado menudo en el que se emplean los colores base del contorno y se imitan las formas de las figuras de manera difuminada se consigue una lectura global de la obra en la larga distancia. De la misma forma, una visión más cercana o detenida permite distinguir la pintura original de las zonas restauradas.

Pero antes de llegar a esa reintegración cromática, los restauradores han tenido que abordar la consolidación de los tableros de madera de castaño y la delicada limpieza de la superficie pictórica, en la que se ha perseguido recuperar la impronta original.

Esta fase del trabajo ha seguido los criterios habituales que maneja el IAPH. Tal y como precisa la responsable del proyecto, "por mucho que queramos llegar al color original siempre hay una cierta pátina, o alternaciones de ciertos pigmentos que son irreversibles. El criterio a seguir se escoge después de hacer unas microcatas, aplicando un test de disolventes desde los más suaves a los más agresivos, hasta llegar a la mezcla más apropiada para la obra en general y para ciertos repintes en particular. Después de quitar humos, suciedades y repintes llegamos al color. Lo que no se puede pretender es dejar una media limpieza con una suciedad que no es real. Además, estas tablas lo piden: esos azules, rojos, amarillos... creo que las pinturas van a ganar muchísimo", señala.

El trabajo acometido en los talleres del IAPH -la restauración de la arquitectura se ha realizado en el templo de Santa Ana- se ha extendido al programa escultórico del retablo.

Además del grupo titular, formado por Santa Ana, la Virgen María y el Niño Jesús, se ha intervenido en seis esculturas "que han experimentado un cambio espectacular, muy similar al que se puede ver en el propio retablo", precisa la restauradora, que señala que "los dorados y los estofados se veían en un tono monócromo y los trabajos han alumbrado esos azules, verdes y todo el trabajo de dorado que tenía una técnica de estofado distinta en cada una de las imágenes".

Y bien que salta a la vista el antes y el después de esta fase de la intervención, la guinda de un trabajo que va a suponer la puesta en valor de uno de los tesoros del arte sacro sevillano.

El proyecto de conservación del IAPH en el Retablo de Santa Ana ha sido realizado por encargo de la Dirección General de Bienes Culturales en virtud del acuerdo suscrito por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Sevilla, la Fundación Cajasol y el Arzobispado de Sevilla).

Este proyecto ha contado con la participación de dos restauradores en escultura, diez restauradores en las tablas y tres restauradores en arquitectura, además de la participación de varios historiadores del arte, químicos, biólogos, físicos y fotógrafos entre otros profesionales.

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