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Una cazadora de Miguel con la sangre de Marta prueba que él la mató

el 15 sep 2009 / 22:50 h.

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La autoría de Miguel Carcaño en la muerte de Marta del Castillo no depende sólo de su confesión. La Policía encontró sangre de Marta en una cazadora que llevaba por encima del chándal blanco que Miguel dejó en el piso de León XIII. El ADN coincide con el de la saliva del cepillo de dientes de la niña. El juez empezó ayer a reconstruir los hechos haciendo volver al lugar del crimen a Miguel y a su hermano.

 

Miguel Carcaño y su hermano mayor, Javier, regresaron ayer a su piso de León XIII donde murió asesinada Marta hace 25 días. El juez del caso les llevó allí para reconstruir el crimen y volverá a hacerlo hoy y mañana alternando a los cuatro detenidos para cruzar sus versiones de los hechos. Un despliegue policial sin precedentes acordó la calle y contuvo a una turba exaltada de unos 400 vecinos, que intentaron agredir a los dos hermanos detenidos cuando entraron y cuando salieron, cinco horas más tarde.

 

La Policía, el juez y el fiscal tratan de desenredar la telaraña de hipótesis falsas, declaraciones erróneas, versiones contradictorias y mentiras que se han vertido sobre la muerte de la niña de 17 años, supuestamente asesinada en el bajo C del número 78 de León XIII y arrojada más tarde al río Guadalquivir desde lo alto del puente de Camas. El caso tiene tres vértices ocultos: cómo mataron a Marta; cómo y cuándo trasladaron el cuerpo al río y dónde está el cadáver.

 

Los investigadores se centraron ayer en el primero de los vértices, y para eso llevaron a Miguel, de 19 años, al piso donde confesó haber matado a Marta de un solo golpe. La Policía tiene pruebas periciales de que en aquel piso coincidieron los cuatro detenidos en esta investigación -Miguel, su hermano Javier, y sus amigos Samuel y Javi- y ahora tratan de averiguar qué papel tuvo cada uno.

 

Las horas. Tienen la confesión de Miguel, pero dudan de que un golpe de cenicero (el arma homicida según el chico) acabara con la vida de Marta. El chico lavó el chándal blanco que llevó la noche del crimen en el piso de su novia Rocío, en Camas, pero la Policía ha encontrado restos de sangre de la niña en otra ropa de Miguel que dejó en su apartamento. Las pruebas de ADN cotejadas con las del cepillo de dientes de la niña confirman que pertenecían a la víctima.

 

Los agentes tampoco han descartado que la niña siguiera viva cuando la sacaron del piso, ni que sufriera una agresión sexual. ¿Qué es lo que tienen cerrado, por ahora, en la secuencia del crimen? Que Marta se despidió de sus padres a las cinco de la tarde. Que estuvo con Miguel en Triana y ella le dijo que la llevara a su piso de León XIII, donde ya había estado muchas veces por voluntad propia. La Policía cree que fue agredida en el piso antes de las nueve de la noche y que Miguel y sus amigos se deshicieron del cadáver muy rápido, entre las 21.30 y las 22.30 horas. Están seguros de que a las 23.00 horas Miguel estaba durmiendo en Camas, como declaró su novia Rocío. Pero después, el joven llamó al trabajo y pidió permiso para llegar más tarde. Tenía que entrar a las cinco de la mañana, pero a esa hora volvió a León XIII.

 

La reconstrucción. El juez metió ayer a Miguel y a su hermano, esposados, en aquel piso para escuchar una y otra vez qué ocurrió aquella tarde y hacer una reconstrucción de los hechos. Esto consiste en pedir a los dos acusados presentes que se coloquen justo donde estaban cuando ocurrió el crimen, que hagan los mismos movimientos que hicieron, paso a paso, sin olvidar ni un detalle, mientras el secretario judicial redacta un acta de todo: Quién la golpeó, cómo, con qué, dónde calló el cuerpo, quiénes estaban presenten, en qué parte de la cabeza recibió el impacto, a qué hora salieron?

 

Es necesario que en el escenario del crimen estén presenten todos los elementos que existían aquel día, incluso la ropa que usaron los acusados. Javier sigue manteniendo que no estuvo allí, y su hermano Miguel le defiende, pero la Policía no le cree. Tiene pruebas de que estaba ya en el piso cuando Miguel y Marta llegaron aquella tarde, y sospechan que después del crimen se quedó a limpiar los restos de sangre, mientras los otros tres enrollaban el cadáver en una manta, lo metían en un coche y lo llevaban hasta el puente de Camas. Pero de momento, Javier, de 40 años, no ha confesado. Hoy seguirá retenido, porque la Policía quiere apurar las 72 horas máximas de detención, y mañana pasará a disposición judicial.

 

El juez, el fiscal y los agentes de la Científica, de Homicidios, y de Menores, estuvieron cinco horas dentro del piso escuchando a los dos hermanos, tomando huellas, buscando restos. Salieron cerca de las siete de la tarde con seis bolsas de basura repletas y una maleta trolley que serán utilizadas de prueba. Miguel fue conducido a la cárcel de Morón, alejado de Sevilla por su seguridad, y Javier regresó a los calabozos de la Jefatura.

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