El juicio al funcionario que presuntamente mató a su mujer en La Rinconada fue suspendido hasta el lunes. El motivo: la crisis del presidente de la sala ante la tormenta de preguntas, "manipuladoras", de la defensa. En cuanto al acusado, el agente que lo detuvo dijo que estaba "excesivamente tranquilo".
Fue la gota que colmó el vaso. Desde el primer día del juicio, la nota ha sido la lentitud. Para la vista se fijaron tres días, ayer fue el tercero, y aún se estaba tomando declaración a los agentes, que estaban citados para el pasado martes. Por fin había llegado el turno de los forenses y la paciencia del tribunal ya no daba para más.
El presidente de la Sección Cuarta, José Manuel de Paúl, había intentado todo el juicio evitar que las acusaciones y la defensa repitieran una y otra vez las mismas preguntas. El colmo llegó con la declaración de uno de los psiquiatras que, pese a que había indicado que el procesado "no presenta psicopatología que le impida comprender lo que hace", que en el momento de los hechos "no estaba depresivo" y que es "humanamente imposible que estuviera 15 días sin dormir", la defensa insistía una y otra vez para lograr arrancarle el médico un diagnóstico a su favor. El juez le indicó que no hiciera "preguntas genéricas y manipuladoras", pero de poco sirvió. El juez perdió la paciencia y suspendió la sesión. En pie, indicó que constara en el acta que el motivo era "una crisis de ansiedad del magistrado, que ya no está en condiciones de continuar".
Previamente había declarado el guardia civil que detuvo al acusado, quien dijo que en ese momento presentaba "excesiva tranquilidad". También manifestó que en el cuartel comenzó a gritar "la hija de puta se creía que no iba a tener huevos" y le confesó que le dio "tres golpes en la cabeza para que no sufriera y después le dio con el cuchillo en sus partes".
