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Una década con Unai

Hace diez años, Unai Emery colgaba las botas en el Lorca y tomaba el mando del equipo, al que ascendió a Segunda y casi a Primera. Desde entonces, su carrera en los banquillos ha estado repleta de éxitos.

el 28 dic 2014 / 09:00 h.

fotos200541_00041363 Fotografías: La Opinión de Murcia. "¿Diez años ya? ¿En serio? Uf…” Unai Emery (Fuenterrabía, Guipúzcoa, 1971) sonríe pensativo cuando El Decano Deportivo le pide que haga una breve reflexión sobre su carrera de entrenador, la cual se inició hace ahora justo diez años en Lorca. Una década en la que el hoy técnico del Sevilla ha pasado de ser un futbolista de segunda fila por culpa de las lesiones a convertirse en uno de los mejores entrenadores no sólo de España sino del panorama internacional. La historia comienza así… El Lorca Deportiva cumplía en la 2004-05 su segunda campaña en la Segunda B. En el banquillo Quique Yagüe, exjugador del Sevilla en los 80. En la plantilla, jugadores como Aitor Huegún, Xavi Moro, el guardameta Rafa Gómez… y Unai Emery. Finales de diciembre, el Lorca acaba de caer en casa ante el Ceuta y la paciencia de Antonio Baños, presidente del club lorquino, se agota. Yagüe cesa como entrenador y el club se toma el descanso navideño para reflexionar sobre qué camino coger. De repente, una idea asalta la cabeza de Pedro Reverte, director deportivo. En el vestuario había un jugador que no terminaba de recuperar la forma por molestias en su rodilla izquierda, que le traía por la calle de la amargura desde hacía años. Aquel jugador comentaba con Reverte casi todos los partidos, haciéndolo desde un punto de vista táctico, aportando ideas y conocimiento de causa. Ese jugador era Emery, que guardaba en su casa un papel que lo acreditaba como entrenador de fútbol nivel III a sus 33 años. “Cogí el equipo en Navidad, me acuerdo perfectamente. Entrenamos unos días antes de Nochevieja y después dimos descanso ese día. El debut fue en Écija el 9 de enero y ganamos 0-3”, explica Unai una vez asimilado que todo ocurrió hace ya diez años. Reverte lo tenía claro: Unai era el hombre que podía darle una vuelta al equipo, al que conocía como nadie, para hacerlo más ofensivo. Y no tardó en convencer a Emery, a quien le costó sólo unas horas colgar las botas y dar el sí quiero. La convicción de Unai y la fe de Reverte sedujeron a Baños, que dio el visto bueno a lo que parecía un todo o nada. Y fue todo. Desde aquellos últimos días de diciembre de 2004, el Lorca creció y creció hasta tal punto que jugó el play off de ascenso a la Segunda, logró subir y un año después estaba colocado en la primera línea de la categoría de plata dispuesto a dar el bombazo y colarse en la Primera División. La nave la comandaba Unai Emery, quien había pasado sin pena ni gloria por los campos de Segunda y Primera como futbolista, pero que ahora se disponía a hacerse un hueco en la élite de los banquillos. Su buen hacer transformó al Lorca en un trampolín desde donde aterrizó en un proyecto más ambicioso: el Almería. Allí a Unai le vendieron la idea de, en un futuro, colocar por primera vez en su historia al equipo en la Primera División. El guipuzcoano sonrió. Menos de diez meses después, el Almería finalizaba la Liga segundo y todos entendieron aquella sonrisa. Emery lo había logrado. “Mis mejores recuerdos como entrenador son capítulos como ése, aunque el ascenso del Lorca en mi primer año siempre se me quedará grabado en la memoria. Hay éxitos en el camino que marcan y de aquella victoria en Irún nace mi raíz y fortaleza como entrenador. El éxito más importante y uno de mis momentos más felices no puede ser otro que la Europa League lograda en Turín con el Sevilla”, explica Emery. Pero para llegar a Turín dentro de esta historia todavía quedan varios capítulos. Unai debutaba en la Primera División en el banquillo del Almería. Estamos ya en la campaña 2007-08, y en aquel equipo, jugadores como Álvaro Negredo, Diego Alves, Bruno Saltor o Felipe Melo. Dirigidos por Emery, aquellos jugadores lograron dejar al conjunto andaluz nada menos que octavo con 52 puntos. Un estreno por todo lo alto en la élite. Unai Emery ya tenía un sitio en la nobleza del fútbol español. Tanto, que dio otro salto, esta vez de categoría. Lo fichó un Valencia en horas bajas que quería recuperar el prestigio y el nivel Champions. En Mestalla Unai estuvo cuatro temporadas. Tras una primera en la que todos se tuvieron que conformar con la Europa League (sexto), llegaron tres clasificaciones consecutivas para la Champions League como tercero de España. “Era el objetivo primordial del club: volver a la Champions, y lo cumplimos”, recuerda el hoy entrenador del Sevilla, donde aterrizó en 2013. Había cumplido un ciclo en Mestalla y Unai supo salir con la cabeza alta de una plaza de primera del fútbol español. Por la puerta grande lo había hecho del Lorca y del Almería. Y por la puerta de atrás se tuvo que marchar del Spartak de Moscú, su único lunar como entrenador. Allí duró sólo seis meses, pese a tener la confianza de Karpin, excompañero suyo en la Real Sociedad. Pero quizás aquel tropiezo lo ve ahora como positivo. En aquel invierno de la 2012-2013, el Sevilla titubeaba de nuevo sin encontrar el rumbo con Míchel. Del Nido y Monchi se hartaron y fueron a rescatar a Unai, ya libre. La historia desde aquel debut en La Romareda en la Copa del Rey hasta hoy ya la conocemos. Unai es el líder del vestuario del Sevilla, al que devolvió a la grandeza europea con una noche mágica en Turín. Fue la confirmación de una década prodigiosa de Emery en los banquillos. Su receta: “Aprovecha el momento”.

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