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Una estatua por cada 20 calles

La efigie a la Duquesa de Alba reabre el debate sobre el exceso de estatuas y los homenajeados.

el 01 nov 2009 / 20:17 h.

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La estadística puede interpretarse de diversas maneras, pero es contundente: en Sevilla hay una estatua por cada 20 calles (135 de las primeras, según los datos del Ayuntamiento, y 3.000 vías).

La aprobación el 28 de octubre del monumento a la Duquesa de Alba en los Jardines del Cristina por parte de la Comisión Local de Patrimonio ha vuelto a reavivar el debate sobre las estatuas, que tiene tres vertientes distintas: la calidad y el tamaño de las esculturas, la cuantía de las mismas en el itinerario urbano y las personas a quienes se homenajea.

A primeros de año ocurrió lo mismo con la estatua a Juan Pablo II y la oposición a la misma de Iniciativa Sevilla Abierta (ISA), que criticó su ubicación -en la Constitución- y su tamaño -2,25 metros sobre una base de 1,80-, y volvió a cargar contra el "excesivo" protagonismo en Sevilla de lo religioso y del folclore.

Estas críticas se han vuelto a repetir con la estatua a la Duquesa de Alba. La selección de su ubicación ha sido problemática -San Andrés y Paseo de Colón fueron rechazados previamente-, la altura ha generado críticas -5,6 metros la estatua más la peana- y, de nuevo, el folclore.

"Una sociedad que lee y admira a los escritores, les pone estatuas; una sociedad que escucha música, pone estatuas a los músicos, si en Sevilla ponemos estatuas a la Duquesa de Alba... por algo será", ironiza el escultor Miguel García Delgado, a quien se le encargó hace años la escultura a Luis Cernuda, un proyecto que cayó en saco roto.

Cernuda, Antonio Machado, Pablo de Olavide... son varios de los sevillanos que no tienen su estatua, como ha criticado ISA. "De todos modos -explica Raquel Rico, presidenta del colectivo- estamos en contra del concepto de estatua, más propio del siglo XIX que del XXI".

La investigadora Teresa Lafita, quien asegura que en Sevilla hay 200 estatuas, opina que "las que se erigieron antes del 29 están conseguidas e integradas en la ciudad, como la del Cid, Simón Bolívar...".

Sin embargo, a su juicio, esto no ocurre con las más recientes: "La de Pastora Imperio, en medio de Velázquez; la de Manolo Caracol, colocada en la Alameda sin ton ni son; o la de Fleming, que se la llevaron a la facultad de Medicina provisionalmente, y ahí sigue".

"Las que se están poniendo ahora invaden demasiado el espacio público y la calidad deja mucho que desear", asegura el crítico y comisario de arte Jesús Reina. "Que la Maestranza esté rodeada de estatuas daña el paisaje", apostilla.

El escultor Manuel Rosado recuerda que "en las grandes ciudades, las estatuas tienen cada vez menos cabida. En Londres, por ejemplo, hay alguna que se ha quitado".

En Trafalgar Square, de hecho, Anthony Gormley logró quitar a una estatua de su pedestal y que en su lugar ese plinto lo ocuparan ciudadanos de a pie en turnos de una hora cada uno.

"Hay que pensar en otro tipo de espacios más modernos que una estatua cuando se quiere homenajear a alguien", afirma Rosado, quien propone plazas, espacios abiertos o casetas homenaje, "como se está haciendo en Münster, Alemania. Esta reflexión es mucho más contemporánea".

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