Cultura

Una excelente imitadora

La bailaora sevillana Pastora Galván estrenó anoche en la Bienal la obra ‘&dentidades’, un homenaje a artistas del baile de la capital andaluza, como Matilde Coral, Manuela Carrasco, Milagros Mengíbar, Loli Flores o Farruco.

el 05 oct 2014 / 00:29 h.

TAGS:

Una imagen tomada en el pase gráfico de por la tarde. La cara de Pastora Galván lo dice todo: tenía ganas de bailar ante su público de Sevilla. / El Correo Una imagen tomada en el pase gráfico de por la tarde. La cara de Pastora Galván lo dice todo: tenía ganas de bailar ante su público de Sevilla. / El Correo   &DENTIDADES * * * Escenario: Teatro de la Maestranza Coreografías y bailes: Pastora Galván. Cante: David el Galli y Cristian Guerrero. Guitarras: Ramón Amador y Pedro Sánchez. Artistas invitados: Juana la del Pipa y El Farru. Palmas: El Torombo. Dirección artística: Antonio Canales. Entrada: Lleno.   El mejor homenaje que se les puede hacer a los maestros y a las maestras es no imitarlos. Con tenerlos como referencias es ya más que suficiente. En &dentidades –así se llamó, por cierto, una obra de Salvador Távora–, el espectáculo que estrenó anoche la bailaora sevillana Pastora Galván en la Bienal de Flamenco, se trataba de rendir homenaje a algunos y algunas artistas del baile sevillano, y la idea es magnífica. Y difícil para la artista, que ha tenido que trabajar mucho para poder imitar a Matilde Coral, Manuela Carrasco, Loli Flores, Milagros Mengíbar, Carmen Ledesma, y a su propia madre, Eugenia de los Reyes. De alguna manera han sido y son referencias para ella y para otras y otros de su generación. Pero, ¿hacía falta imitarlas en todos los gestos, movimientos, poses, desplantes y paseos? Eso dependía de Pastora y así lo hizo. Y, naturalmente, el público quedó encantado con las parodias de la joven artista sevillana, desde luego muy conseguidas. No era fácil copiar a bailaoras tan distintas como Milagros Mengíbar y Manuela Carrasco, o como Loli Flores y Carmen Ledesma, o Matilde Coral y la propia madre de Pastora. Solo una bailaora de sus condiciones técnicas e innatas, sin olvidarnos de su talento, podía conseguir tal hazaña. Además, aunque no se le notó nada, por la mañana tenía problemas en una rodilla y es probable que saliera infiltrada. Pero como hemos dicho en otras ocasiones, el baile flamenco es una buena terapia no solo para los dolores del alma, sino para los físicos. Imitaciones al margen, el espectáculo resultó vistoso y emotivo. Algunos hemos tenido la suerte de ver bailar a las homenajeadas en teatros y festivales. Como a Matilde Coral, por ejemplo, cuando competía con la olvidada Trini España. Pastora recordó a Matilde en unas alegrías, envuelta en una preciosa bata de cola blanca. Y a Loli Flores en un baile por seguiriyas, con palillos, que es una disciplina flamenca que se ha perdido casi por completo. Y a Milagros Mengíbar en un taranto de coreografía muy elaborada, solo con la guitarra de Pedro Sánchez, el hijo del entrañable maestro del cante Naranjito de Triana. El Farruco maravilló como artista invitado. / El Correo El Farruco maravilló como artista invitado. / El Correo A Carmen Ledesma la homenajeó en romances. Y a Eugenia de los Reyes, su madre, en una caña. Personalmente tenía ganas de ver cómo iba a resolver imitar a la inimitable Manuela Carrasco, pero, sorprendentemente, calcó su soleá y no se dejó atrás ni uno solo de sus clásicos movimientos de brazos arriba, esa manera de plantarse y de colocarse y, sobre todo, de mandar en el cuadro. Fue quizás uno de los mejores momentos de la noche. Porque el momentazo fue, al menos lo más emocionante, cuando El Farru, uno de los nietos de Antonio el Farruco, salió bastón en mano, con sombrero negro y barriguita abultada y se bailó una soleá marca de la casa. Parecía que estaba allí el gran Antonio Montoya El Farruco, con su planta tan gitana. Pero era su nieto, que lo imitó de maravilla. Porque se trataba de eso, ¿no? El mismo Farru emuló también a Antonio Canales en unos tangos, o al menos eso me pareció, porque no estaba previsto en el programa. No entendí muy bien la presencia de la cantaora jerezana Juana la del Pipa, aunque siempre sea un placer dejarte herir la piel por su honda voz gitana. Le cantó muy bien por soleá a El Farru. La obra acabó con un verdadero festín de Pastora Galván, que siguió emulando a todo lo que pasaba por su cabeza. Y el público, claro, que iba predispuesto a aplaudir, enloqueció. Supongo que supo valorar el gran esfuerzo de la artista de la Puerta Osario por rendir homenaje a bailaoras aún vivas y activas -salvo en el caso de Farruco, que ya murió- que han influido en su manera de bailar. No hubiera hecho falta imitarlas al dedillo, como hizo Pastora, pero ella quería eso y lo hizo bien. Me acordé de Trini España, de Enrique el Cojo y de Cristina Hoyos, entre otros y otras. Entiendo que homenajearlos a todos hubiera sido imposible.

  • 1