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Una Feria marcada por la ausencia y la rebelión de las primeras figuras echa a rodar

El serial taurino se ha visto obligado a variar notablemente su hilo argumental tradicional.

el 30 abr 2014 / 23:31 h.

Fachada de la Plaza de Toros de La Maestranza. Fachada de la Plaza de Toros de La Maestranza. En la calle se pulsan varias certezas: puede que la gente no empatice con los carteles preparados por la empresa Pagés. Negarlo sería absurdo. Pero hay otra verdad irrenunciable:la solidaridad que esperaba encontrar el grupo de toreros rebelado en el aficionado de a pie es, por decirlo de una forma suave, absolutamente inexistente. Ahí han errado muchos de los tiros malgastados en esta guerra absurda que solo ha tenido un perdedor: ese mismo aficionado al que se interpelaba en busca de una toma de partido que ni se ha producido ni se podía producir. En esta tesitura podemos anotar varias constantes: la sangría del abono ha mantenido la misma curva descendente iniciada hace un lustro cuando aún se anunciaban los cinco matadores alzados. Otra es la particular idiosincrasia del aficionado hispalense, que sigue valorando más la primacía del escenario maestrante que la presencia de la tropa rebelde, que no consiguió uno de sus primeros objetivos marcados que no era otro que dejar en cuadro los tendidos de la plaza en la emblemática fecha del Domingo de Resurrección. Podríamos continuar ese camino pero es mejor volver a llamar a la calma. El conflicto solo puede resolverse con un armisticio privado;pero para eso hay que sentarse a hablar en la misma mesa. Hay que centrarse en el ciclo que hoy comienza: hablamos de un ancho elenco de matadores de toda condición que, más allá de los sabidos, tampoco cuenta con algunos nombres revalorizados como el renacido Finito de Córdoba o el renovado Jiménez Fortes, que fue herido de consideración en la pascua madrileña. Volviendo a los presentes hay que subrayar especialmente el nombre de Enrique Ponce, única gran figura que da lustre a unos carteles que la empresa ha querido hacer gravitar entre la nómina sevillana –con alguna ausencia que lamentar– y los nombres más emergentes de la cantera de matadores. A la cabeza del comando hispalense hay que anotar las dos tardes que cumplirán Manuel Escribano –con otra, la cuarta, en San Miguel– y Antonio Nazaré. También suma dos tardes y acusa algo de desgaste el nombre de El Cid, que respiró hondo el pasado año a lomos de la elegante faena que le convirtió en el mejor intérprete del otoño madrileño. Repite Luque después de su ración triple de miuras; toma la alternativa el sólido novillero Javier Jiménez y retorna Esaú Fernández después de los desencuentros del año pasado. También hay que citar la doble comparecencia de Ventura, que acaricia el sueño de sumar dos Puertas del Príncipe a las ocho que ya tiene. Si salimos de los límites de Sevilla hay que centrar la atención en un trío de jóvenes aspirantes que puede dar que hablar: hablamos de Juan del Álamo, David Galván y el mexicano Joselito Adame, que echó un leve borrón en las pasadas Fallas pero sigue siendo la esperanza más sólida del toreo mexicano. Seguramente hay que sumar a este grupo al recuperado diestro murciano Paco Ureña, un tapado que llega a Sevilla con buenas vibraciones. Los carteles también incluyen la inevitable ración de mediáticos y toreros de ferias a los que les empiezan a pesar los trienios, como el francés Sebastián Castella. La presencia mexicana se completa con los nombres de Arturo Saldívar y Diego Silveti. De Madrid repite Mora y retorna el televisivo Abellán. Pero hay que hacer una mención especial de Iván Fandiño, empeñado en escalar a la primera fila, que se ha apuntado a sus victorinos.

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