Así empezó y así acabó el Betis.
Al inmaculado historial de Pepe Mel como entrenador del Betis le cayó ayer la primera mancha. Tuvo que ser en Castilla La Mancha, lo que son las cosas. Allí cometió el Betis de Mel su primer borrón. Y Mel también. Falló el madrileño desde el principio, al dibujar un nuevo once en el que el presunto ala por la derecha era Salva Sevilla. En la práctica no lo fue porque siempre tendió a ir al centro, a su posición natural, y su vacío junto a la cal reveló al Albacete una enorme vía por la que desgastar una y otra vez a Miguel Lopes. Fueron demasiados metros para el lateral portugués y demasiadas concesiones para un adversario al que el plumero se le vio pronto: defensa adelantada, renuncia al balón y si atrapaba al Betis en algún contragolpe, mejor que mejor. Mel había fallado y sólo tardó media hora en reaccionar e intentar corregir la evidente incomodidad de sus hombres con la presión local, pero como dijo después, está incapacitado para hacer alguna sustitución que refuerce su ataque. Se le podría discutir el posterior cambio de Emana, aunque jugar con el camerunés en el plan en que se presentó en el Carlos Belmonte era igual o peor que jugar con uno menos. Y aun así el Betis llegó mucho al área del Albacete, pero a los futbolistas les dio por no chutar y así, lógicamente, es imposible ganar ningún partido.
