Hay partidos y situaciones a lo largo de un campeonato que sirven para poner a prueba, aún por encima de los puntos en juego, el carácter de un equipo. Cierto es que hubo momentos en los albores del torneo en los que los resultados negativos no enmascaraban determinadas virtudes que tarde o temprano habrían de reflejarse en la situación en la tabla, pero hay escenarios que se convierten en pruebas de madurez necesarias para saber si cuando se enfile el último pasillo del curso se va a poder estar a la altura de las circunstancias.
A pesar de los cuatro goles a favor, a pesar de que tuvo el marcador en ventaja durante la mayor parte del encuentro, es innegable que ayer el equipo mostró esa consistencia y cierta madurez -errores puntuales aparte, que siempre los habrá- que tranquilizan un gallinero demasiado alborotado tras la ominosa derrota de la semana pasada ante el Deportivo.
Esperemos, no obstante, que la capacidad demostrada por Chaparro y sus hombres no acabe por convertirse en excusa para obviar lo que todo el beticismo ve con ojos de honda preocupación: la necesidad ineludible de que un "9" de garantías se ponga la camiseta del Real Betis Balompié de una puñetera vez.
