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Una Virgen sevillana ante el Papa: el espíritu sigue aún vivo en Orfila

Un año después de la JMJ, los hermanos de Los Panaderos que vivieron tan magno acontecimiento creen que sigue viva la unión que se forjó en Madrid.

el 23 ago 2012 / 19:30 h.

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El momento más emotivo de la jornada se vivió cuando el papamóvil pasó justo por delante de la delegación sevillana, en el que el Santo Padre pudo contemplar el paso de palio de la Virgen de Regla.

Nadie ha podido olvidar aún aquel instante en el que un Papa y una Virgen sevillana estuvieron por primera vez frente a frente. Era una calurosa tarde del mes de agosto, de hace justo ahora un año, cuando la dolorosa de Regla presidía un altar efímero de la madrileña Puerta del Sol en el epílogo del viacrucis de la juventud en el Paseo de la Castellana, organizado con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Había miles de personas, jóvenes en su mayoría, pero entre ellos un amplio grupo de hermanos de los Panaderos que, desde la perspectiva que otorga el paso del tiempo, recuerdan todo lo que se vivió en Madrid como algo histórico que forjó una unión interna que doce meses después aún se mantiene en la calle Orfila.

"Aquello mereció la pena y a día de hoy no me arrepiento de nada de lo que pasó", recuerda el hermano mayor, Emilio Santiago. Con él al frente, la hermandad afrontó la adopción de una valiente decisión que la catapultaría a ostentar la representatividad de la Archidiócesis de Sevilla en la JMJ. A punto de concluir su segundo mandato al frente de la corporación, se emociona cuando echa la vista atrás y recuerda la semana de júbilo en la que la Virgen de Regla recibió culto en la madrileña parroquia del Carmen. Allí se sintieron "como en casa", y buena parte de la responsabilidad de ese sentimiento recayó sobre la figura del párroco, Adolfo Lafuente, que "desde el primer momento nos facilitó todo lo que necesitábamos, fuera la hora que fuera".

Para Madrid y para el resto del mundo la estancia en la capital de la Virgen de Regla fue un acontecimiento único, casi sin comparación. "Tantos jóvenes, de tantos países, tantos colores, nacionalidades... y todos alrededor de Ella". Esa es la imagen que sigue a día de hoy rondado por el corazón del director espiritual de la hermandad, Florencio Fernández. Él también es uno de esos jóvenes que junto a la dolorosa advirtió la presencia de Benedicto XVI en la tarde del 19 de agosto de 2011. Lo vivió y se trajo de Madrid el recuerdo de aquellas palabras que pronunciara el arzobispo de Sevilla, dirigidas a la juventud cofrade de nuestra ciudad. "Ahora es el momento de que las hermandades se tomen en serio la formación y la pastoral de los jóvenes", recuerda.

HERENCIA. Ambos coinciden en que la JMJ marcó un antes y un después en la vida diaria de la corporación. Sus jóvenes han sido los grandes beneficiados de todo lo que se vivió en esos días. "Han ido progresando en fidelidad a Dios según pasaba el tiempo", asegura el director espiritual. Así lo cree también Emilio Santiago. Él ha tenido la suerte de vivir como hermano mayor varios instantes históricos en los últimos años, entre ellos la coronación de la Virgen. A pesar de ello, asegura que la experiencia vivida en Madrid sirvió para crear "una fuerte unión" entre los hermanos, que "trabajaron a una para que los Panaderos estuvieran a la altura". Y así se lo tomaron, desde el primero al último. "No podíamos fallar, porque si lo hacíamos le fallábamos a nuestro arzobispo y también a toda la ciudad", confiesa.

Un año después, en Orfila queda una huella imborrable. "Desde que llegamos a la parroquia, el traslado, el viacrucis, la procesión de regreso, el besamanos... no sabría con qué quedarme porque fue una satisfacción enorme", reiteraba Santiago. El suyo es un sentimiento común con el de otros hermanos que también gozaron de estos momentos. Esther Ortego, camarera de la Virgen, tuvo la fortuna de contemplar en primera línea cómo las manos del vestidor perfilaban de hermosura los rasgos de la dolorosa, en un marco muy distinto.

"Recuerdo aquellos días con ilusión, cansancio y mucho calor, muy parecido al que está haciendo estos días", explica. Escoger un instante entre tanto júbilo le resulta complicado, pero lo que no olvida son los dos traslados. "El primero amaneciendo en la calle de Alcalá, y a la vuelta... los vivas y la emoción del público que consiguieron sobrecogerme", recuerda emocionada. Al volver la vista atrás siente que todo mereció la pena, pues regresó "con

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