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Victoria incontestable de Zapatero

El PSOE y José Luis Rodríguez Zapatero vencieron ayer en las elecciones generales con una ventaja sobre el PP casi idéntica a la de 2004. Ambos partidos mantienen prácticamente intacto su número de votantes, aunque el PP crece más en escaños.

el 15 sep 2009 / 01:27 h.

El PSOE y José Luis Rodríguez Zapatero vencieron ayer en las elecciones generales con una ventaja sobre el PP casi idéntica a la de 2004. Ambos partidos mantienen prácticamente intacto su número de votantes, aunque el PP crece más en escaños. La primera consecuencia del bipartidismo creciente son las derrotas de IU -Llamazares dimitirá como coordinador-y ERC, ambas sin grupo parlamentario. La izquierda comienza a unificar su voto siguiendo el ejemplo aglutinador de la derecha.

El resultado ha sido un éxito para Zapatero, que tendrá que gobernar con apoyos puntuales, pero que ha sido capaz de vadear una durísima legislatura en la que ha sido acosado sin descanso desde todos los ámbitos enfrentados al proyecto socialista. Con la victoria del PSOE, Zapatero ve validadas sus principales apuestas: política territorial -en Cataluña por ejemplo el PSOE ha crecido espectacularmente vampirizando el voto de ERC-, el diálogo con ETA tras la preceptiva autorización del Congreso; y ha logrado un respaldo significativo a su política social: ley de dependencia, ley de igualdad o los matrimonios entre personas del mismo sexo. Consigue así el respaldo para su política internacional y cabe también añadir que el resultado avala su política económica. En resumen, eso es lo que han dicho las urnas. Zapatero ha pasado el test.

Rajoy, que pierde sus segundas elecciones, salva ligeramente la derrota con un incremento estéril de escaños aunque no de votos. Las urnas han hablado. El PP ha demostrado además ser un gran partido, con una base social muy consolidada. Ahora toca trabajar durante cuatro años en el que deberá ser necesariamente un clima distinto. Sería intolerable seguir sometiendo a los españoles y a las instutuciones del Estado a la tensión actual. La discrepancia ha de encauzarse sin banderías y crispación que sigan deteriorando la relación entre los dos principales partidos españoles, sobre los que recae alternativamente la gobernación de España.

Cuatro años quedan por delante y se requieren pactos de Estado urgentes. Rajoy perdió anoche una oportunidad para tender su brazo al PSOE, aunque fuera un mero gesto retórico. Optó por consolarse con su crecimiento de escaños y dejó abierta la caja de las incertidumbres. Así, habrá que confiar a ciegas en la imprescindible responsabilidad del PP.

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