Vida después del PISA

La escuela andaluza, una de las más equitativas del mundo según el informe, no logra romper la barrera social que se ceba con un 38% de repetidores

el 06 dic 2013 / 23:44 h.

Todo el mundo se ha preguntado esta semana si somos más listos que hace tres años, si somos mejores en matemáticas y en ciencias, si nuestro hábito de lectura está al nivel del resto de españoles o de los 34 países de la OCDE. El informe PISA es la mayor y más importante base de datos sobre el sistema educativo de un país (también de una comunidad autónoma) y a la vez es un análisis muy valioso porque utiliza una metodología comparativa a gran escala: participan más de medio millón de estudiantes de 65 naciones. PISA es un informe trianual, con m+iles de páginas y tablas de datos, con un enfoque multidimensional que aborda el trabajo del profesorado, el rendimiento del alumno, el contexto socioeconómico y cultural, la implicación de las familias, el número de libros que hay en casa, el espacio de estudio para el niño, los recursos didácticos que tiene, el acceso a internet, el esfuerzo de las instituciones, el diseño de las políticas educativas... El ministro de Educación, José Ignacio Wert. Al final todo esto conduce a responder una gran cuestión: ¿Qué educación mínima garantiza un país a sus ciudadanos al final de la edad obligatoria? La evaluación va dirigida a estudiantes de 15 años, porque a esa edad, prácticamente en todos los países participantes, el alumno está a punto de acabar la educación obligatoria. Este estudio es una gran radiografía social, pero si de verdad aquí se examina alguien es el sistema educativo, quien lo crea, quien lo perpetua, quien lo usa y quien lo abandona. Dicho esto, en la calle, en los bares, inevitablemente el PISA induce a que nos preguntemos si somos más listos que antes. Los responsables del informe, técnicos y analistas de la OCDE, se congratulan de que durante dos días de esta semana los gobiernos, los medios de comunicación y parte de la ciudadanía hayan reanimado el debate social en torno a la educación. Luego se echan las manos a la cabeza porque todo ese torrencial de datos que aporta el PISA se simplifica y se traduce en si somos mejores o peores en matemáticas que los suecos, si poseemos más comprensión lectora que los norteamericanos, si los andaluces seguimos en no sé qué furgón de cola o si hemos logrado lo mejor de Finlandia, y lo peor de México. En Andalucía, este año la Consejería de Educación no ha hecho un análisis concienzudo sobre los resultados del PISA 2012. La leve mejoría que ha experimentado la escuela andaluza en matemáticas, ciencia y lectura –poco relevante en términos globales y de evolución, según los expertos– ha quedado arrinconada por la trifulca que mantienen desde hace meses el Gobierno central y la Junta a cuenta de la llamada ley Wert. El informe se ha publicado una semana después de que el Congreso aprobara la reforma educativa. La derecha ha criticado los datos para hacer causa a favor de la nueva ley, que en teoría vendrá a solucionar este déficit en el rendimiento. La izquierda se ha felicitado por el resultado, porque avala su modelo educativo, que en teoría el Gobierno de Rajoy quiere arruinar. El consejero Luciano Alonso se apresuró a decir que “en un par de PISA más, Andalucía superaría la media, si no se implantase la ley Wert”. El PISA es una herramienta metodológica, pero es evidente que también funciona como arma arrojadiza entre los políticos de distinto signo. Así, los mismos resultados descontextualizados sirven para argumentar una cosa y la contraria. Por ejemplo, Alonso se felicitó de que los datos andaluces fuesen idénticos a los de Estados Unidos, una superpotencia mundial que invierte en educación el doble que España. Pero, entretanto, en el país norteamericano han hecho una lectura dramática de esos mismos resultados. El consejero también se equiparó a Suecia, donde la tasa de paro es inferior al 8%, mientras que en Andalucía supera el 36% (más del 50% de desempleo juvenil). Al menos el informe debiera servir para enterrar ciertos mitos y leyendas sobre la educación, que se reproducen una y otra vez en el debate político. Por ejemplo, la importancia del gasto por alumno. Sostiene la OCDE que a partir de una inversión mínima –unos 80.000 euros por estudiante entre los 6 y los 16 años que dura la escolarización obligatoria–, el gasto por alumno deja de ser determinante para el rendimiento académico. Andalucía y el resto de comunidades están muy por encima de esta cifra, sin embargo, sigue siendo un argumento recurrente del PP-A para criticar el presupuesto educativo de la Junta, comparándolo por ejemplo con el gasto por alumno que hay en Euskadi o en La Rioja, donde el número de estudiantes no llega al de las provincias de Sevilla y Cádiz juntas. Otro relato infundado es que los colegios privados concertados, o los segregados por sexo, puntúan más porque son de mejor calidad que los públicos. En el PISA no aparece evidencia de esto, al contrario, la diferencia entre públicos y concertados es irrelevante. Lo que determina el mayor o menor rendimiento de los estudiantes es que en los primeros se concentra un niños de un grupo social más bajo, y en los segundos hay familias más pudientes. Es el índice socioeconómico y cultural de los padres, y el entorno en el que se mueven, lo que influye en la nota de los críos. El 50% de los hijos de familias de un nivel social medio-alto acude a escuelas concertadas, mientras que ese porcentaje se reduce al 22% entre hijos de familias de estrato social bajo. Un dato aterrador del PISA es que más de la mitad de los hijos de familias de nivel social bajo ha repetido curso al menos una vez, y sólo el 11% entre hijos de padres con una economía asentada. La interrupción del desarrollo de la clase, los daños al material y las agresiones físicas o verbales son sancionables. / ana quesada Una escuela en acción. El porcentaje de repetidores en Andalucía es del 38%, por encima de la media española (34%), que ya de por sí es de los más altos de Europa. Este dato es la cifra que lastra el sistema escolar andaluz, es más significativo que el retraso socioeconómico de la región al que suele apelar la Junta, según los expertos. Además es un dato que empaña uno de los aspectos más positivos de la escuela andaluza: la equidad. A Andalucía, el PISA le reconoce uno de los sistemas más igualitarios del mundo, una educación que busca el equilibrio entre el que más tiene y el que menos, entre el nativo y el inmigrante, una escuela que no deja a nadie atrás, que compensa con recursos propios (becas, transporte, libros gratuitos, comedores...) la escasez económica de las familias pobres... Sin embargo, el alto porcentaje de repetidores andaluces se concentra sobre todo en los estratos más bajos de la sociedad andaluza. El rendimiento de esos chicos, hijos de las familias más modestas, se sitúa a 20 puntos por debajo de los no repetidores, lo cual equivale a dos años menos de escolarización que el resto. Es como si un alumno de 3º de la ESO tuviera el potencial de un estudiante de primer curso. “Buena parte de las diferencias de resultados entre los grupos sociales se debe a esta desigual distribución social de los repetidores, que no es más que un reflejo del peso del origen familiar en el proceso formativo. Hay un elemento importante de falta de equidad en el sistema educativo, y no sólo de eficiencia, que está asociada a la distribución de los repetidores. La escuela, por equitativa que sea, no termina de derribar esas barreras sociales”, explica Antonio Villar, catedrático de Análisis Económico de la Pablo de Olavide. El PISA tiene tres niveles de medición: rendimiento, equidad y calidad. Andalucía se asemeja al resto de regiones, con niveles altos en los dos primeros, pero en el parámetro de calidad está muy lejos del resto. Con algunas les separan 40 puntos, que es como decir que muchos andaluces van un curso por detrás de los navarros, aunque tengan la misma edad, aprueben todo y no hayan repetido nunca. ¿Arrastramos un déficit socieconómico histórico? ¿Partimos de más atrás que otras comunidades? Sí, pero no de todas. La evolución histórica de la escuela andaluza es semejante a la de Castilla y León o Galicia, cuyos estándares están por encima de la media de la OCDE. Las tres tienen una renta per capita inferior a la media nacional, pero sólo Andalucía está por debajo en rendimiento educativo. La escuela andaluza, en datos El promedio de referencia de la OCDE lo marca la cifra 500. Por debajo es suspenso, por encima aprobado. Andalucía es la comunidad que más avanza desde el último estudio de 2009: 10 puntos más en matemáticas (mientras España sube 7, y la OCDE 3), 15,8 puntos más en lectura (España 8 más y la OCDE se mantiene igual) y 17 más en ciencias (España sólo sube un punto, y la OCDE baja dos). Pero Andalucía permanece anclada en la cola de las 14 comunidades que participaron en PISA. La región ha obtenido 472 puntos en matemáticas (12 menos que la media estatal), 476,8 en lectura (11 puntos por debajo de la media) y 486 en ciencias (10,4 puntos inferior). Solo tres de las 14 regiones participantes –Baleares, Extremadura y Murcia– se sitúan por debajo de Andalucía. Más libros en casa que gasto educativo Los expertos suelen decir que es mucho más importante para el rendimiento de un alumno los libros que sus padres tienen en casa que el dinero que el Gobierno invierte en educación. Cuando se extrae la variable socioeconómica de la realidad educativa andaluza, los resultados mejoran en 12,2 puntos en matemáticas, mientras que los españoles 7,4 puntos. Estos factores explican más las diferencias entre Andalucía, Cataluña o País Vasco.

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