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Vientos y tempestades

En menos de tres semanas una escena especialmente lamentable se ha repetido ya otras tantas veces. Uno o varios políticos acuden a dar una charla y tienen que ser protegidos de la ira de una minoría ruidosa de intolerables.

el 15 sep 2009 / 00:31 h.

En menos de tres semanas una escena especialmente lamentable se ha repetido ya otras tantas veces. Uno o varios políticos acuden a dar una charla y tienen que ser protegidos de la ira de una minoría ruidosa de intolerables. El último ejemplo se producía ayer cuando dos consejeros del PP de la Asamblea de Madrid llegaban a reinaugurar un centro sanitario en Parla, enclave principal del denominado cinturón rojo madrileño. Aunque los afectados pudieron haber previsto de antemano algún incidente tras el gran escándalo de las sedaciones del cercano Hospital Severo Ochoa, el acoso que sufrieron por un grupo de bárbaros carece de justificación. Pero es obligación de la clase política apaciguar siempre los ánimos y no atizar la crispación social y política con mensajes que sólo consiguen enervar a los extremistas. Curiosamente el partido de Rajoy y sus voceros radiofónicos y religiosos llevan jugando a ese peligroso juego durante toda la legislatura. Sólo en los últimos días de campaña Rajoy intenta desmarcarse de ese lastre tras haber recluido a sus escuderos Zaplana y Acebes, protagonistas estrella de esa película de miedo que han proyectado sobre el electorado. Pero el PP no sólo pretende ahora alejarse de lo que con tanto ahínco defendió sino que, en una pirueta imposible, culpa al presidente del Gobierno de ser el responsable exclusivo de esa crispación. El español de a pie, ése que tiene una cita con las urnas el 9M, debe estar estupefacto a estas alturas. La verdad real es que el ala dura del PP sembró vientos -crispación- y ahora recoge tempestades -boicot de unos pocos- haciendo bueno el refrán, desgraciadamente. Un efecto boomerang que debió haber previsto hace mucho tiempo. Y lo peor es que ni siquiera parece darse cuenta todavía de su irresponsabilidad. Porque, lejos de cambiar de registro, los consejeros boicoteados en Parla cometen otra vez el mismo pecado, responsabilizar del comportamiento de cuatro bellacos al alcalde socialista del lugar. Otro flaco favor al propio Rajoy que pagará el precio de tan clamorosa falta de autocrítica por parte de algunos que sólo deberían estar hoy empeñados en ayudarle a llegar a La Moncloa.

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