Limplantación del sentido único en el tramo de la Ronda histórica que va desde la Barqueta hasta la Carretera de Carmona ofrece ya elementos para un primer análisis que, en cualquier caso, será susceptible de modificación conforme pasen los días y la llegada de septiembre ofrezca una imagen más detallada.
De momento, la Ronda ha ganado en fluidez y la alternativa prevista para la distribución del tráfico -el eje compuesto por la Carretera de Carmona, la avenida de Llanes y la ronda de Pío XII- ha sufrido atascos y problemas que se han extendido, aunque de forma puntual, hasta el acceso de Urgencias del Virgen Macarena, ya en la calle Doctor Leal Castaño.
La Policía Local ha multado a conductores que obstaculizaban el paso con sus vehículos mal aparcados y otros muchos ciudadanos se han sentido atrapados en un laberinto del que sólo han salido tras muchos esfuerzos y una considerable cantidad de tiempo. Pues bien, aunque a algunos de ellos les resulte imposible de creer, la decisión de cambiar el sentido único no responde a un capricho propio de gobernantes con ganas de poner su sello personal.
Se trata de una medida incluida en los planes integrales de tráfico de la ciudad (otra cosa es cómo se aplique, que es más discutible) y persigue aliviar de coches una arteria por la que circulan a diario 60.000 vehículos, una cantidad mucho más elevada que la que soportan rondas creadas para la Expo del 92 como la de María Auxialiadora-Los Remedios o la del Tamarguillo.
Todas las medidas que afectan de pleno a la vida cotidiana de los ciudadanos necesitan de un tiempo de adaptación y el cambio de sentido de la Ronda no iba a ser menos. Puede que constituya un fiasco, pero también es probable que permita repartir mejor los flujos de circulación y racionalice el uso de las rondas urbanas, en cuyo caso habrán valido la pena las molestias de los primeros días.
