A sus casi ochenta años, que Wayne Shorter venga a Sevilla no significa que lo rescatemos en el ocaso de su carrera. De hecho podemos considerar esta primera década del nuevo siglo como una de las épocas más productivas y florecientes de su carrera, junto a sus ya legendarios inicios en los sesenta, de la mano de sus míticas grabaciones para el sello Blue Note. En los setenta y los ochenta dio algunos pasos en falso, coqueteó con la bossa nova, se relajó en más de una ocasión, e incluso tuvo a veces que seguir los dictados de otros compañeros suyos, como Joe Zawinul en su época de Weather Report.
Pero a finales de los noventa se produjo el milagro, Wayne Shorter se asoció con tres extraordinarios músicos y juntos crearon un cuarteto de auténtico ensueño, con el que se ha presentado en su cita hispalense.
Cada uno por separado tiene una carrera en solitario y un curriculum excelente. John Patitucci ha estado detrás de grandes bandas sonoras de Dave Grusin, Jerry Goldsmith o John Williams; Danilo Pérez compagina su labor como pianista con las de compositor; y Brian Blade ha colaborado con Bill Frisell, Norah Jones o Joni Mitchell, entre otros. No extraña por lo tanto que la fuerza y el talento de sus interpretaciones les conviertan en auténticos arquitectos del jazz.Sólo así se comprende que fueran capaces durante casi hora y media de erigir una pieza sorprendente, en la que Shorter y los suyos se atrevieron a fusionar música contemporánea, atonal y disonante, con la improvisación como buque insignia de un viaje en el que recorrieron tres piezas, Zero Gravity, Lotus y Myrrh, aún no grabadas en disco.
Incluso la percusión del espasmódico Blade logró recrear incomodidad, apoyada en las turbulencias de Patitucci y el rítmico piano afrocubano de Pérez. Shorter asombró por su capacidad pulmonar tanto en su estricto y cerebral saxo tenor, como en el lírico pero también histérico soprano. Las más convencionales propinas, Adventures Aboard the Golden Mean y Joy Ride, acertaron a ofrecer lo que el público, encantado con la catárquica experiencia, esperaba anoche de esta leyenda.
