Cultura

William Ospina y la inaplazable conquista del mercado español

En Colombia es uno de los grandes de la generación post-boom, pero en España sigue siendo un desconocido. Ospina se prepara al asalto definitivo del mercado español de la mano del sello Belacqua.

el 15 sep 2009 / 06:46 h.

En Colombia es, desde hace mucho, uno de los grandes de la generación post-boom, pero en España sigue siendo un desconocido. Ahora, William Ospina (Tolima, 1954) se prepara al asalto definitivo del mercado español de la mano del sello Belacqua. Su novela Ursúa, su poesía completa y su ensayo Las auroras de sangre ya están en las librerías.

Su prosa burbujeante contrasta con la voz pausada del escritor en persona. "Todos allá tenemos una expectativa respecto al mercado español. Cualquier latinoamericano codicia más ser leído aquí, que es la puerta de entrada en Europa, que en un país vecino".

Este aterrizaje de Ospina coincide con un renovado interés por Colombia, que se refleja en los medios de comunicación españoles como en las tendencias editoriales. El escritor, que se reveló como un fino analista de esa realidad en el ensayo ¿Dónde está la franja amarilla?, comenta este hecho: "Mi país produce todos los días episodios de violencia que causan conmoción. Hoy es la guerrilla, hace 15 años era Pablo Escobar, hace 30 el M-19, hace 50 los bandoleros liberales y conservadores... Cuando esos fenómenos son tan recurrentes, hay que preguntarse por la causa: y ésta es mucha exclusión -más que la pobreza-, la falta de integración en un proyecto colectivo".

Estas circunstancias han dado mucho juego a la literatura, pero también se nota un cansancio entre los escritores. "Hay un deseo del colombiano de decir que el país no se agota en la violencia. En situaciones adversas, aunque te hagas cargo de lo que pasa, también hay un esfuerzo especial por crear belleza, armonía".

Pero la obra de Ospina también mira, y mucho, a los tiempos de la conquista de América, pero sin mitificaciones: "Una de las más antiguas manías de la raza humana es encontrar culpables, y siempre fuera de uno. Para mí ha sido muy liberador mirar la complejidad de la Conquista sin maniqueísmos, con lo que tuvo de grandioso y atroz. Somos, como Baudelaire, la herida y el cuchillo".

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