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...Y en 30 años se hizo gigante

El primer presidente del Parlamento no tenía coche oficial. Los pocos funcionarios que a principios de los 80 trabajaban en la Junta ponían el material de su bolsillo y echaban más horas que un reloj. Formaban una familia que se estrenaba en la autonomía. 30 años después, el embrión se ha transformado en gigante administrativo.

el 15 sep 2009 / 05:41 h.

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El primer presidente del Parlamento no tenía coche oficial. Los pocos funcionarios que a principios de los 80 trabajaban en la Junta ponían el material de su bolsillo y echaban más horas que un reloj. Formaban una familia que se estrenaba en la autonomía. 30 años después, el embrión se ha transformado en gigante administrativo.

"La Junta de hace 30 años parecía la casa de la señorita Pepis. Éramos unos pocos. Estábamos para todo y no teníamos de nada", recuerda José Borrero, un funcionario histórico que ha dedicado 27 años a la Administración. José se incorporó a la institución en 1978, en la etapa preautonómica.

En un tiempo en el que pocos se atrevían a meterse en política, a Pepe Borrero le animó Antonio Ojeda, el que fuera consejero de Interior en el Ejecutivo preautonómico. Ese departamento se creó con cinco funcionarios, el consejero y el viceconsejero. Borrero se unió poco después al pequeño equipo que preparó la campaña del referéndum del 28 de febrero de 1980.

"Vivimos momentos de muchísima tensión, sufrimos avatares, trabas y trampas del Gobierno central de UCD, que hizo lo posible para que la consulta no tuviera éxito", cuenta el funcionario. Tanto es así que, gracias a un amigo, descubrió que Correos boicoteaba las cartas publicitarias que enviaban a los andaluces. "UCD nos negaba todos los medios. Tuvimos que alquilar dos módulos del Edificio Sevilla II para hacer la campaña", añade. La sede del Ejecutivo se ubicaba en el Pabellón Real del Parque de María Luisa de la capital hispalense.

Los esfuerzos de Madrid cayeron en saco roto y el referéndum autonómico triunfó. En el 82 se constituyó el primer Parlamento andaluz, presidido por Antonio Ojeda.

Borrero se trasladó a la Cámara, de jefe de régimen interior y de seguridad, cargo que desempeñó durante 24 años. "El primer presidente del Parlamento no tenía coche oficial. A veces se trasladaba conmigo. Usábamos mi pequeña fuegoneta para recoger los expedientes", relata. Ese año, la Junta de Andalucía contaba con 8.000 empleados.

De esa etapa en la que toda la plantilla formaba una especie de familia, José destaca la austeridad de la Administración. "El Gobierno nos dio las competencias pero sin infraestructuras ni medios suficientes para gestionarlas", asegura. Ahora estas penurias le vienen a la memoria con nostalgia. "Podría contar mil batallas. Los trabajadores públicos poníamos muchas veces el material necesario de nuestro propio bolsillo, y nunca teníamos hora de salida. Hoy en día eso no ocurre", manifiesta.

La transformación. Tres décadas después, la Junta ha pasado de embrión a gigante administrativo. Casi 300.000 personas trabajan en la institución, que cuenta con más de 21 empresas públicas y 12 organismos autónomos (el más importante de ellos, el SAS). "Es un monstruo gigantesco y lo siento como si fuera un hijo mío. Estoy orgullosísimo de lo que he aportado", reconoce José Borrero. Se dejó la piel para que la autonomía se convirtiera en un sueño real. Tanto empeño le provocó una deformación profesional, que ahora admite desde su perspectiva de funcionario jubilado: "Fue tan difícil sacar adelante esto, pusimos tanta voluntad que luego me volví muy exigente con el trabajo de mis compañeros".

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