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Y entre la bonanza, de repente, llegó el fracaso

El Sevilla firmó ayer su, hasta el momento, primer fracaso de la temporada. Cayó en la UEFA, casi cuatro años después, tras perder ante la Sampdoria 1-0. El equipo de Jiménez bajó su nivel de forma alarmante en la segunda parte tras la lesión de Konko y no tuvo reacción. Foto: EFE

el 15 sep 2009 / 20:05 h.

El Sevilla firmó ayer su, hasta el momento, primer fracaso de la temporada. Cayó en la UEFA, casi cuatro años después, tras perder ante la Sampdoria 1-0. El equipo de Jiménez bajó su nivel de forma alarmante en la segunda parte tras la lesión de Konko y no tuvo reacción. Fisura en el proyecto.

El fútbol control tiene sus riesgos, y está claro que los italianos lo saben asumir mucho mejor que el Sevilla. El filo de la navaja en el que vivieron ayer los dos equipos se decantó del lado de la Sampdoria y resquebrajó los cimientos de un equipo que firmó una nueva decepción, que, bajo el mando de Jiménez, se une a las de las eliminatorias ante el Fenerbahçe y el Barcelona. La Sampdoria irrumpe de manera peligrosa en el negativo currículum del entrenador de Arahal.

La responsabilidad de este duro y doloroso varapalo, en cualquier caso, hay que repartirla. El entrenador tiene su gran cuota por no advertir en su momento cómo su centro del campo hacía aguas y se desfondaba, por no zarandear al equipo en el momento justo y, una vez más, por equivocarse en el momento de las rotaciones. La medular estaba funcionando y, si había que cambiarla, era en Mallorca. En la Liga siempre hay margen, en la Copa de la UEFA ya no hay nada.

La tiene, igualmente, Aquivaldo Mosquera, la dirección deportiva por ficharlo y mantenerlo y Jiménez por utilizarlo. Puede parecer exagerado, pero el Sevilla controlaba más o menos cómodamente el partido hasta que Konko se lesionó. Se marchó y la inquietud, la intranquilidad y el peligro aparecieron a raudales. Lo notó el Sevilla, en el que Navas se olvidó de atacar para defender, en el que David Prieto se contagió del nerviosismo del colombiano y en el que el centro del campo se giró a la derecha para desprotegerse. Por supuesto lo notaron los jugadores de la Sampdoria de inmediato. El equipo italiano empezó a crear peligro con Cassano pegado a Mosquera y dio el paso adelante que no supo contrarrestar el equipo nervionense. Faltó personalidad, en la banda y en el terreno de juego.

El partido, hasta la lesión de Konko, había discurrido por los cauces dispuestos por el Sevilla, que tenía el control del partido ante un equipo que asumió a la perfección su papel defensivo y competitivo. Con su línea de cinco defensores se mantuvo atrás y esperó su oportunidad, que llegó y aprovechó. Cierto es que hasta el momento del gol de Botinnelli (minuto 74), que marcó con el pecho tras una falta y en un clamoroso fallo de marca, Palop se había convertido en el auténtico salvador sacando un buen disparo de Pieri (9'), un mano a mano ante Sammarco (40') y, ya en plena avalancha de los genoveses en la segunda mitad, otro disparo de Sammarco (61') y uno más cercano de Bellucci (64'). Pero también el Sevilla tuvo sus aproximaciones peligrosas, como un remate de Luis Fabiano (33'), un pase cruzado de Adriano y un disparo de Navas (47') en el que Castellazzi se lució para evitar el gol sevillista. Pudo cambiar la historia Capel en el 85, pero su disparo se fue cruzado y las ilusiones europeas por el desagüe del Luigi Ferraris. Este Sevilla no se puede permitir fracasos como el de ayer. O sí, pero entonces ya no sería el Sevilla de los últimos años.

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