Pocas veces un debate que se repite todos los años ha tenido tanto sabor de punto de inflexión. De hecho, este cara a cara lo esperaban quienes siguen el día a día de la política como el examen a las medidas de ajuste aprobadas en mayo de 2010 por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y que supusieron un giro de su política hacia una fuerte contención del gasto.
El debate sobre el estado de la nación, que comenzó ayer y concluye hoy, es además el último de Zapatero, que no se presentará a las próximas elecciones, y fue aprovechado por el presidente del Gobierno para recordar que el Ejecutivo se propone culminar su proceso de reformas para salir de la crisis en la última parte de la legislatura.
El candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, apenas tuvo papel en el debate, más que intervenir batiendo palmas en las guerras de aplausos que jalearon las intervenciones de Zapatero y Rajoy. Zapatero hasta se permitió ironizar con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, y su mantra político de adelanto de las elecciones: "Es necesario agotar la legislatura para debatir los proyectos [que anunció el presidente del PP sobre diversas cuestiones] que ha presentado", le espetó en su turno de réplica.
Pero sin salir de la propuesta del presidente, al Gobierno socialista le quedan aún 36 proyectos de ley pendientes: los más importantes la ley de las pensiones o la integración del régimen especial agrario en el general de la Seguridad Social.
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También avanzó que en julio el Gobierno aprobará un techo de gasto para las autonomías para cumplir con la reducción al 6% del déficit público.
Como el debate, los discursos y las políticas pendientes tuvieron ayer de manera inevitable la marca de la crisis. Zapatero pidió a la oposición su colaboración contra la recesión o, al menos, "concretar las medidas para que la posibilidad de un diálogo sea al menos verosímil".
El presidente expresó que la "impaciencia por ver el final del túnel no le ha llevado nunca a dudar del rumbo elegido ni tampoco de la capacidad de España como país", afirmó en referencia a las medidas de ajuste que comenzó en 2010. Incluso, aunque reconoció que los datos del paro -que Rajoy esgrimió contra su gestión- son "inasumibles", defendió que la renta per cápita de los españoles ha mejorado durante su mandato (de 20.900 a 24.700 euros), lo que aprovechó para acusar de "mentir" al líder de la oposición.
Rajoy comenzó su discurso con afirmaciones rotundas. "España está manifiestamente peor que hace un año. El estado de la nación ha alcanzado tal gravedad que todo el mundo reconoce que el país está muy mal", expresó nada más subirse al atril.
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"¿Hasta cuando se propone imponer a los españoles este calvario estéril y esta lenta agonía? ¿Por qué prolonga esta calamidad?", interrogó a un presidente del Gobierno al que reprochó que se ofrezca como "redentor del mismo daño que ha provocado".
El líder del PP recordó al presidente que recibió "la mejor herencia" y le conminó a convocar elecciones anticipadas porque lo que necesita España "es que se abran las urnas". El Ejecutivo socialista, agregó en otro momento de su discurso, "no hace sino empeorar las cosas". "Nunca en el Parlamento la oposición ha hecho tantas propuestas", afirmó para zafarse de la acusación de que la oposición no colabora para salir de la crisis, y a continuación detalló toda una batería de proyectos de ley que piensa presentar el PP: en apoyo de los emprendedores, de estabilidad presupuestaria y hasta de transparencia.
