Un Viernes Santo para olvidar

La lluvia borra de principio a fin esta jornada y deja en los templos a sus siete hermandades. Hay que remontarse a la Semana Santa de 2013 para encontrar una tarde de Viernes Santo vacía de cofradías

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
19 abr 2019 / 16:14 h - Actualizado: 20 abr 2019 / 07:29 h.
"Semana Santa 2019"
  • La Carrera Oficial a las 17.55 horas. / Juan Raya
    La Carrera Oficial a las 17.55 horas. / Juan Raya

La lluvia ha aguado la tarde del Viernes Santo en Sevilla. Ninguna de las siete hermandades de la nómina ha podido poner su Cruz de Guía en la calle. Las inclemencias meteorológicas fueron truncando una a una las ilusiones de los cofrades de esta jornada, que ha quedado literalmente en blanco. Primero un frente que descargó un chaparrón a media tarde, y luego los chubascos que fueron entrando por la sierra sevillana. El cielo no dio tregua. Hay que remontarse a la Semana Santa del año 2013 para encontrar un Viernes Santo tan aciago y vacío de cofradías.

La primera noticia se producía a las 15.44 horas cuando todavía estaba el sol en lo alto. La hermandad del Cachorro anunciaba entonces la suspensión de su salida. "Revisados varios pronósticos, el riesgo de lluvia, según nos indican, es extremadamente alto con previsiones de precipitaciones importantes. En consecuencia la junta de gobierno ha decidido no realizar estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral", se difundía a través de las cuentas oficiales de la corporación trianera. La incertidumbre meteorológica se imponía, con una previsión de un 80% de chubascos moderados entre las 17 y las 20 horas.

La Carretería sería la segunda hermandad en tener que afrontar este mal trago. Siete minutos antes de las cinco de la tarde se conocía la triste decisión tras un cabildo de oficiales de más de media hora en el que incluso se llegó a barajar la posibilidad de plantarse en la Campana en hora y media, acortando camino por García de Vinuesa y la calle Fernández González. «Lo hemos estado intentado hasta el último momento, pero es un riesgo muy alto con el patrimonio que tiene esta hermandad», confirmaban cabizbajos los capataces de la cofradía. En la calle, sin embargo, seguía luciendo el sol y se mantenía la expectación en el público que aguardaba en este rincón del Arenal.

Los nubarrones negros se hacían cada vez más presentes en el horizonte, acompañados de rachas de viento. En la Soledad de San Buenaventura y en La O se agarraban al futurible de un cambio en los vientos y solicitaron una demora al Consejo de Cofradías. Pero no fue así. A las 18.15 horas descargaron las primeras lluvias. En algunos puntos, como Triana, lo hacía con especial intensidad.

En la calle Carlos Cañal no se esperó más tiempo. Por megafonía se llamaba a los oficiales de junta para acordar lo evidente. En apenas unos minutos, el hermano mayor, Manuel Luque, se dirigía a los hermanos: "Sería un suicidio echarse a la calle con este alto riesgo. No es plato de buen gusto dejar a la hermandad en el convento y no echarse a la calle. Pero también sabemos que la hermandad es todos los días del año. Aquí estaremos".

Como un efecto dominó, la hermandad de la O sería la siguiente en caer. Su hermano mayor, Miguel Osuna, vestido la túnica nazarena y acompañado de buena parte de su junta de gobierno, comunicaba lo que de alguna manera ya todos habían ido asumiendo en esta hora de espera y de progresivo empeoramiento de la climatología. Estaba lloviendo en la calle Castilla. "Muy a pesar nuestro, los pronósticos se han complicado, y a partir de las ocho de la tarde seguirán entrando nuevos frentes con una alta probabilidad de que toquen Sevilla. No sería una llovizna fina, sino que lo haría con contundencia. Ante este panorama, no se dan las condiciones para poder hacer la estación de penitencia. El riesgo es altísimo y no podemos arriesgar el cuerpo de nazarenos". La parroquia de la O estallaba en un atronador aplauso mientra que los nazarenos se abrazaban entre lágrimas y sollozos. Lamentablemente revivían un Viernes Santo triste, como les tocó allá por 2013, la última vez que el agua les dejó en casa.

Lejos de cambiar la tónica, en San Isidoro se repetía el mismo esquema. Quince minutos antes de la hora fijada para abrir las puertas (19.45 horas), trascendía que la hermandad de ruan suspendía su estación de penitencia.

Había dejado de llover pero las nubes seguían puestas. Las dos últimas hermandades en decidir, La Mortaja y Montserrat, habían solicitado una prórroga al Consejo de Cofradías. La gente iba llegando a las puertas de la capilla de Montserrat y del ex convento de la Paz con la esperanza de que la tarde no quedara en blanco. Las noticias que se escuchaban por el pinganillo, y que detallaba el Ayuntamiento de Sevilla no eran nada halagüeñas. La Agencia Estatal de Meteorlogía (Aemet) activaba entonces el aviso de nivel amarillo por tormentas en la campiña sevillana con "lluvias y vientos localmente y/o con granizos". El cielo se oscurecía todavía más, pintando muy mal el desenlace de la jornada.

Pasadas las 20.30 horas, La Mortaja compartía con los medios de comunicación la deliberación del cabildo de oficiales que había celebrado previamente: no se saldría este año. "Los pronósticos han empeorado con un aumento de lluvia, que creo, de hecho, que ya debe de estar cayendo fuera", indicaba su hermano mayor, José Ángel García, en el patio anterior a la iglesia, donde quedaba encerrado el portentoso paso de misterio.

Por último, Montserrat trató de reeditar aquel Viernes Santo de 2003 en el que esquivó el agua al final de la noche y se convirtió en la única cofradía en realizar estación a la Catedral. No pudo ser. Los últimos parten ponían la puntilla definitiva al Viernes Santo. En el interior de la capilla y en la parroquia de la Magdalena se trasladaba a los hermanos la triste noticia en este año tan especial, en el que el Cristo que promete el paraíso había presidido el Viacrucis de las Hermandades cuando se cumplen 400 años de su hechura por Juan de Mesa. Era el final de una tarde triste, desoladora, de palcos vacíos y de nazarenos de vuelta a casa sin haber haber podido acompañar a sus imágenes titulares hasta la Catedral. A las 21.05 horas expiraba un Viernes Santo para olvidar. La noche se cerraba en agua.