La fiesta antes de la fiesta o la recuperación de la ciudad

La escasez de inscritos en el concurso de altares contrasta con el gentío que abarrota la calles

25 may 2016 / 22:27 h - Actualizado: 26 may 2016 / 00:29 h.
"Corpus Christi"
  • La fiesta antes de la fiesta o la recuperación de la ciudad
  • Interior de la Catedral con los pasos de la procesión del Corpus que saldrán hoy a las calles hispalenses.
    Interior de la Catedral con los pasos de la procesión del Corpus que saldrán hoy a las calles hispalenses.
  • Enorme expectación ante los distintos escaparates.
    Enorme expectación ante los distintos escaparates.
  • La musica salió a la calle.
    La musica salió a la calle.

Cae la tarde en el centro, y lo que se le viene encima al corazón de la ciudad es una marabunta festiva. A las nueve, hay sevillanos que están en su casa. Se diría que son los menos.

La previa del Corpus se confirma como una de esas fechas en la que los sevillanos recuperan sus calles históricas con el reclamo de altares, escaparates y balcones. Una tradición secular actualizada.

Pero cuidado.

Lo advierte Concha Rodríguez, empeñada con su gente en retocar el escaparate y los balcones de Casa Rodríguez, 103 años de cordonería y pasamanería a sus espaldas. Pone perspectiva y recuerda que «la noche del miércoles es lo que es por la gran importancia que tiene el jueves». La previa que amenaza al día grande. «Nosotros intentamos ver otros escaparates. Es una noche que nos gusta mucho», concede también.

A un paso, en Chapineros, están los dos escaparates de Almacenes Velasco. Una abuela alecciona a su nieta: «Tienes que decirle a tus padres que te traigan a ver bailar a los seises». Aparecen los padres y la abuela disimula. Se asoma al exterior Antonio Blanco, todavía en su jornada laboral. En el escaparate de enfrente destaca un paño mortuorio bordado sobre rojo. «Puede tener unos 300 años», advierte, y sonríe al explicar que se lo ha cedido una iglesia.

Dan las siete y las posibilidades se multiplican. Aún dominan los turistas, pero la balanza comienza a decantarse del lado de los locales. Su actitud es otra, de sentirse en casa. Apuntala la sensación de que se acerca la hora de los sevillanos la incipiente aparición de corbatas, inequívoco síntoma de tradición en la ciudad de Sevilla.

Las puertas de la catedral se abren e irrumpe la banda de cornetas y tambores Esencia, encargada del bando anunciador de la procesión del Corpus. No se descomponen ni cuando los adelanta, a su ritmo, el Metrocentro.

La visita a la catedral es una gran posibilidad. También para una turista italiana, que interroga al vigilante de la Puerta del Bautismo.

–¿Esto es la catedral?

To esto es la catedral, señora –ratifica.

–¿Y está abierta?

–Es la víspera del Corpus.

Y ella asiente como si entendiera, y entra. Encuentra los pasos de la procesión y, solo este año, la exposición Misericordia Vultus. Empiezan las apreturas, que ya serán habituales.

La música tiene también su espacio. En la catedral, con el concierto del canónigo José Enrique Ayarra, y en la calle con tres cuartetos.

Pero la calle es ya, sobre todo, de la gente, casi multitud. La calle Villegas acoge los dos únicos altares que se han inscrito en el concurso: el de la Asociación Cultural Cofrade Consuelo y Esperanza, rodeado de jóvenes, y el de la Hermandad del Amor. Este año, «más que un altar, es una escena» en la que los niños del paso de la Borriquita realizan la adoración al Santísimo, explica el hermano mayor, Fernando Mora-Figueroa. Comenta, además de la sobriedad de la escena, lo «sorprendente» que le resulta que solo dos altares participen en el concurso. «No sé por qué será. Es una pena», reflexiona.

Son las idas y venidas de una tradición que crece por el lado popular y, este año, ha menguado por la parte oficial. La vida, que se empeña en desbordar hasta las tradiciones más asentadas.