Semana Santa 2019

El nuevo Martes Santo funciona como un reloj

La recomposición horaria del día propicia nuevos momentos, estampas y cruces en los que se sacrificaron las cofradías.

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
16 abr 2019 / 21:54 h - Actualizado: 17 abr 2019 / 08:15 h.
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  • Foto: Jesús Barrera
    Foto: Jesús Barrera

Sevilla reestrenó por segundo año consecutivo el Martes Santo. La recomposición horaria del Plan Perera del Consejo -sin llegar a invertir el sentido en la Carrera Oficial como el año pasado- deparó nuevas estampas, nuevas luces, una puntualidad germana y andares prestos en la Carrera Oficial. También nuevos cruces que se solventaron gracias al sacrificio de las hermandades y al dispositivo especial del Cecop con algún que otro vallado polémico. ¿Será la solución definitiva a los males endémicos del Martes Santo? ¿O habrá que hacer más retoques? La respuesta la fue dando el propio discurrir de la jornada. Eso sí, de momento el de 2019 será recordado como un Martes Santo que funcionó por derecho y en el que procesionó por primera vez el Nazareno de la Humildad de El Cerro del Águila para gloria de su gente.

Caía el sol a plomo en la plaza de la Campana. Sólo cincuenta abonados salpicaban las sillas. El aspecto era desolador. Nadie lo diría pero estaba a punto de comenzar el Martes Santo. El más tempranero de la historia. No eran los nazarenos de El Cerro, sino los azulados de la Puerta Carmona los que avanzaban por O’Donnell. José Manuel Gómez, diputado de Cruz de Guía de San Esteban, inauguraba a las 16.20 horas la nómina del día tras solicitar la venia a un sonriente presidente del Consejo, Francisco Vélez.

También se notó el adelanto en la calle Águilas, con un público justo en la salida (13.25 h). «Hemos tenido que realizar un ‘lunch’, a media mañana, como en Europa. Otros años recuerdo que aquí no se cabía», aseguraba Antonio, un gaditano asiduo al ‘Señor de la Ventana’, que aplaudió el esfuerzo titánico de los costaleros de la Virgen de los Desamparados en la briega de la plata del palio y la piedra de la ojiva dentada de San Esteban. «¡Mira, no ha habido ni un toque!», comentaba mientras que el paso de misterio alcanzaba el entorno de la Alfalfa, con ‘Sangre de tu sangre’ de la agrupación musical de La Redención. De ahí a la Cuesta del Rosario para estrenar pisadas por Granada y Tetuán.

Aunque para estreno el que protagonizó El Cerro del Águila en su trigésima estación a la Catedral. «Vamos a darle las gracias porque Sevilla pueda rezarle hoy al Señor de la Humildad. Por todos los hermanos que han luchado por este sueño», alentaba el capataz del paso del Nazareno. La imagen que talló y donó Juan Manuel Miñarro recibía por primera vez la brisa de la calle y el cariño de la ciudad. Así lo demostró la Campana con un aplauso -tímido dado el escaso público que había aún-, mientras que a los sones del Nazareno de Huelva se iba alejando en su nuevo paso.

«El Nazareno es una imagen que quiero mucho y en la que he puesto mucho empeño», confesaba emocionado el profesor Miñarro por la mañana en la puerta de la parroquia al poco de que el barrio empezara «a abrir sus corazones» con su Virgen de los Dolores. «Ella es la Madre de todos. La que nos une. Ella lo llena todo», sentenciaba Francisco Carrera Iglesias antes de que se aceleraran los corazones. Quizás, por ello, una de las palomas que se soltaron quedó posada en la corona de la dolorosa, acompañándola en su recorrido por el barrio.

En el entorno de la iglesia de San Nicolás se mantuvo la misma expectación pese al cambio. En plena sobremesa, la banda juvenil de las Tres Caídas remontaba con brío la calle San José con ‘Esperanza de Triana Coronada’. Su llegada para abrir el cortejo marcaba la hora exacta de la Candelaria. La hermandad, acostumbrada históricamente a un horario más vespertino -con entrada incluso de madrugada-, se aventuraba en esta franja de la tarde. «La verdad es que vamos a ganar en luz, y, sobre todo, en horas mejores para los niños», aseguraba convencida María, madre de un nazarenito que aguardaba a su padre para sumarse a la comitiva en los tramos del Cristo.

Inédita resultaba la entrada del Nazareno de la Salud en la Carrera Oficial con el sol en todo lo alto. Más aún la llegada de la Virgen: «¡Qué maravilla de palio! ¡Qué brillo en los bordados...!», exclamaba una señora mientras que la Cruz Roja acentuaba la musicalidad de las bambalinas con la conocida marcha de Manuel Marvizón.

Igualmente se habían anticipado las ilusiones en la antigua calle Oriente. Allí apenas ha habido tiempo para almorzar en familia como otros años. Eso sí, los bares estaban a rebosar. Imposible encontrar una mesa libre o un trozo de barra donde poder tapear. La Calzada era un hervidero. Nervios a flor de piel y sensaciones nuevas bajo el antifaz. A primera hora de la tarde, la cofradía retomaba su ida por Imagen y la Encarnación. El día iba como un reloj suizo: a las 19.10 horas San Benito pedía la venia en la Campana, ya completamente poblada y con menos calor. Se esperaba con expectación el misterio de la Presentación al Pueblo. Llegaba con ‘Alma de Dios’. Los aplausos no se hicieron esperar. En la presidencia del paso, con vara y una satisfacción plena, iba un ‘pilatero’ confeso: Marcelino Manzano, delegado diocesano de Hermandades. El colofón del cortejo lo puso la ‘Palomita de Triana’. La banda de la Puebla del Río tocaba y cantaba ‘Encarnación Coronada’, la macha compuesta hace 25 años por Abel Moreno para la coronación canónica de la dolorosa.

Todas las piezas del nuevo Martes Santo iban encajando pero aún quedaba la prueba de fuego. 19.03: la hora crítica. Se producía el primero de los cruces sensibles al confluir dos cofradías en la Puerta de Jerez. De un lado, Los Estudiantes, que venían por la calle San Fernando para pasar hasta el Postigo; y, de otro, El Cerro del Águila que descendía por la calle San Gregorio para emprender el camino de vuelta a casa por Palos de la Frontera. Durante unos 20 minutos aproximadamente, la comitiva cerreña tuvo que retenerse y esperar, con su Cruz de Guía apostada en la calle San Gregorio, el paso de los últimos nazarenos de la Virgen de las Angustias.

Desde el Ayuntamiento de Sevilla se informaba, no obstante, de que se había solventado «con éxito» el dispositivo montado en Puerta Jerez para evitar dicho cruce. Sin embargo, el aforamiento con vallas despertó cierta polémica entre el público. ¿Demasiadas vallas?

Una hora después se producía el segundo cruce. El escenario: la plaza del Triunfo. La Virgen de la Candelaria tenía que dejar rápidamente este punto para dar paso a la comitiva de Santa Cruz, que se dirigía a la Carrera Oficial. El palio de San Nicolás transitó a buen ritmo, casi volando, por esta zona, quedando expedita para la cofradía decana del Martes Santo.

La reordenación del día tuvo también otra estampa singular en la plaza de San Lorenzo. Allí se elevaba, con el sol en todo lo alto, una auténtica sinfonía de luces ante el paso de Jesús ante Anás. Como el resto de hermandades del día, el misterio dibujó un tránsito presto por la Campana, casi recorriendo la calle central a golpe de tambor.

Ya con la noche como testigo tomaron el relevo los cofrades de ruan. Nuevamente se mantuvo el mismo celo con el reloj. Así, Los Javieres llegó a pedir la venia en Campana incluso con unos minutos sobre el horario oficial. El Cristo de las Almas impuso un ambiente de máximo recogimiento mientras que la Virgen de Gracia y Amparo reafirmó su belleza con un tocado magistralmente colocado por su vestidor.

La noche, de temperaturas suaves, deparaba otros momentos memorables, como la histórica vuelta del Dulce Nombre por el Postigo, el paso a primera hora de la noche de la Candelaria por los Jardines de Murillo o el regreso de Los Javieres por Cuna, Javier Lasso de la Vega y Amor de Dios. El nuevo Martes Santo había cumplido con creces.