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Actualizado: 02 oct 2017 / 08:24 h.
  • Temporada 2017: El año de Ferrera
    Ferrera cuajó de cabo a rabo a un toro de El Pilar en la tarde del 6 de mayo. Fue la mejor guinda a una gran feria que le colocó en el punto de mira del aficionado. /Arjona–Toromedia
  • Temporada 2017: El año de Ferrera
    Roca Rey fue el único matador que cortó dos orejas a un toro. / Efe

Su presencia en el ciclo abrileño y la definitiva ausencia como sustituto de Manzanares en la feria de San Miguel marcaron la temporada sevillana. Antonio Ferrera escribió el auténtico argumento de un año taurino que acaba de concluir planteando algunos interrogantes y cierto poso agridulce. En la temporada 2017, para qué vamos a negarlo, hubo demasiados toros sin suerte con su matador y las fases felices se han dosificado con cuentagotas.

Ya habrá tiempo de abundar en ello. Mientras tanto hay que insistir en el dato: la Feria de Abril de 2017 habría sido bien distinta sin el despliegue del Ferrera, heroico con los victorinos y definitivamente sinfónico y artista con un toro de El Pilar que le permitió concebir el toreo como tratado de armonía. El del diestro extremeño es uno de los nombres indiscutibles del año; seguramente es su mejor intérprete.

Seguimos sin movernos de Abril. Hubo otro protagonista que, a pesar de cortar dos orejas a un único toro, quedó eclipsado por el efecto Ferrera. Hablamos de la feliz simbiosis de Roca Rey y los toros de Victoriano del Río, que lidió un gran ejemplar llamado Derramado –le dieron la vuelta al ruedo– con el que Sebastián Castella alcanzó sus mejores cotas en Sevilla sin lograr desbordar los entusiasmos. La feria de Morante se quedó en buenas intenciones, lotes a contraestilo y resultados tibios.

El ciclo abrileño también reveló un muletero que pudo pero no quiso ser. Hablamos de El Fandi, transfigurado en gran torero con un buen ejemplar de Jandilla. Tampoco se puede olvidar la autoridad de gran figura de El Juli; el delicado momento de Manzanares –por debajo de sí mismo con un excelente juampedro– o la orejita olvidada que Talavante cobró de un toro de Cuvillo. El extremeño ya andaba a medio gas en Pascua Florida. También fue matizable el trofeo que cortó Garrido, resultado escaso para la importancia de un ejemplar de Torrestrella. Escribano, que cuajó excelentes naturales a un toro de Victorino, tuvo que esperar algún tiempo más para completar su recuperación física y taurina. El último capítulo de la Feria de Abril lo firmó Pepe Moral, que completó una gran tarde global con los Miura –excelso su toreo con la izquierda– que no le han dejado rentabilizar en el circuito de las ferias. En las decepciones, a estas alturas, no entramos ni salimos.

Pasó abril y llegó mayo; y con él, siete novilladas picadas sin historia. Los ganaderos dejaron más poso que los propios novilleros. Hay que apuntar el buen juego de los encierros de El Juli, Talavante o Guadaíra. También hay que anotar algunos ejemplares sueltos de La Quinta o El Parralejo y hasta un único pupilo aprovechable en el decepcionante y esperado envío de Partido de Resina. Lo sorteó el ecijano Ángel Jiménez, resucitado al oficio. Rescatamos también el nombre del novillero del año, el colombiano Jesús Enrique Colombo. Apuntó sin disparar. El mano a mano que dirimieron Aguado y Serna para despedirse en la tarde del Corpus fue la fallida guinda del serial. No hubo competencia ni éxito. La única oreja del tramo novilleril la cortó Cadaval al que le vino larguito el trato preferente de la empresa Pagés, que le había colocado dos tardes. En julio llegó la hora de la promoción. Daniel de la Fuente ganó el ciclo con toda justicia aunque la mejor faena la firmó, inesperadamente, una aspirante cordobesa, Rocío Romero. El nivel fue aceptable y la empresa recuperó el formato de seis novillos para seis novilleros en los festejos clasificatorios.

La plaza quedó cerrada en espera de los dos festejos de San Miguel que han cerrado el abono y, irremisiblemente, la propia temporada. Ya les contamos con pelos y señales la trastienda de un miniciclo en el que Talavante, a dos tardes inesperadas, se sacudió el muermo; Ponce dictó su magisterio; Roca acusó la frialdad del público; Aguado pidió sitio como matador y Serna resultó herido por el toro de su doctorado. Para la próxima habrá que esperar al primero de abril. La pregunta del millón es: ¿estará Morante en la puerta de cuadrillas?