121 años y un día

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11 oct 2017 / 22:13 h - Actualizado: 11 oct 2017 / 22:33 h.

No es el tiempo de condena a los exacerbados que nos complican la vida a todos los ciudadanos, son los años que han transcurrido desde la muerte de Anton Bruckner en Viena (1896). El compositor austriaco, que vivió en el constante intento de no dejar de mirar a su rústico entorno natal y la búsqueda de Dios, ha dejado un legado musical que perdura por encima de cualquier consideración, siendo uno de los compositores más interpretados por las grandes orquestas.

Su peripecia vital le lleva, tras un largo camino como organista muy considerado en su tiempo, profesor y compositor de temas religiosos, a construir una obra sinfónica cuando contaba la edad de 39 años; que con su fallecimiento, a los 78 años, dio a la luz un número total de 11 aunque las que usualmente se aceptan sea el número de 9. La barrera establecida por Beethoven y a la que los músicos mantienen un escrupuloso respeto.

El problema añadido, al personal carácter bondadoso de Bruckner, es su afán perfeccionista que le lleva a que las obras sean constantemente modificadas, tanto en su propia reescritura como las realizadas por algunos directores de orquesta. A tal punto se modificaba su obra que en su testamento dejó establecido que se publicaran sus propias revisiones como las únicas que le sobrevivieran.

En el año 1929 se funda en Viena la Sociedad Bruckner para dar cuenta de esta disposición. Nos debemos fijar que 33 años tardó la administracion imperial y los herederos en constituir esta entidad para dar un luz un catálogo único de la obra del compositor. Tras una intensa y extensa labor el musicólogo y profesor Robert Haas publica entre 1934 y 1944 el compendio de las sinfonías del autor. Exceptuando la tercera que durante la Segunda Guerra Mundial se perdió. Parecía que con esto el affaire Bruckner estaba concluido.

Pero como la historia de Bruckner y su obra es complicada un cambio en la dirección de la Sociedad lleva en 1950 a encargar a otro músico y profesor, el austriaco también Leopold Nowak, la realización de un nuevo catálogo con profundas diferencias del anterior.

En resumen y según el estudioso Francesc Serracanta, el catálogo de Haas suprimió todas las alteraciones, en lo que consideró era el deseo del autor, mientras que Nowak conservó algunas de ellas, siguiendo también su criterio. Lo importante es que con ambos trabajos desaparecen todas las ediciones falsas existentes hasta la fecha.

Esto tiene una enseñanza para creadores y seres humanos en general: antes de marchar por el camino sin retorno dejemos bien arreglados los papeles.