28F: El día en el que cambió la historia de Andalucía

Hace 38 años, los andaluces decidieron que no querían ser más que nadie pero tampoco menos. Una expresión politizada pero que nació entre las masas populares

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02 mar 2018 / 18:20 h - Actualizado: 02 mar 2018 / 22:46 h.
  • 28F: El día en el que cambió la historia de Andalucía
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28 de febrero de 1980 fue el día en el que el pueblo cambió la historia de Andalucía. Los andaluces se levantaron contra una realidad innegable que les conducía, de forma irremediable, a la marginación y a la servidumbre. Hoy, 38 años después, hay quienes no entienden la relevancia de la fecha y otros que entonces defendieron la parálisis de nuestra tierra y hoy quieren ondear, como quien más, la blanca y verde.

Yo no viví aquel 28 de febrero pero recuerdo cómo mis abuelos me contaban lo satisfactorio que para ellos fue ir a votar con un sí escrito en la papeleta y con otro grabado en el alma. Dos años antes, junto con mis padres, tíos y hasta con algunos de mis primos, salieron a la calle y enarbolaron, juntos y de la mano, la blanca y verde. Eso ocurrió el 4 de diciembre de 1977, el germen del movimiento autonómico andaluz.

Como los míos. Fueron muchos los abuelos que estuvieron allí. Abuelos que han comprobado como los sueños del 77 se han cumplido.

Es cierto, aún queda mucho por hacer en nuestra tierra pero tenemos que tener claro que sin aquel movimiento hubiera sido imposible que hoy, solo cuatro décadas después, los estudiantes andaluces sin recursos tengan bonificadas sus matrículas universitarias en casi un cien por cien o que la comunidad andaluza sea líder española en exportaciones. Esa es la realidad de una tierra que aún se empeñan en estereotipar e insultar con ataques sibilinos.

Antes del 80, Andalucía era la tierra donde el señorito humillaba a los jornaleros. Una tierra de tercera división condenada a ir siempre en el vagón de cola. Una tierra abocada al subdesarrollo y al analfabetismo. Siempre apaleada, siempre ninguneada. Pero nuestra historia cambió gracias a esos dos millones de hombres y mujeres que, dos años antes, dijeron basta y desde el pacifismo y la responsabilidad demócrata tomaron las calles para cambiar nuestra historia.

Los triunfalismos nunca conducen a buenos finales pero siempre debe haber hueco para la satisfacción. Porque satisfacción y triunfalismo nada tienen que ver. El 28 de febrero debe ser un día para la reivindicación, claro que sí, pero también para festejar lo que hemos llegado a ser y recordar de dónde venimos. Porque para saber a dónde queremos llegar, tenemos que ser conscientes de la casilla de salida de la que partíamos.

Andalucía, la tierra que sembró de igualdad nuestro país, tiene muchos deberes que hacer y muchos exámenes que aprobar pero también ha superado, y con creces, otras tantas barreras que la han hecho ser la tierra igualitaria, esperanzadora y repleta de oportunidades que es. Esa es la Andalucía que, entre todos, hemos construido. Esa es la Andalucía que tenemos que seguir construyendo y esa es la Andalucía que tenemos que festejar. ¡Felicidades, andaluces!