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A la caza de Amancio Ortega

En España se critica todo, aunque no es lo mismo que los dirigentes de Podemos donen a buenas causas parte de su sueldo como diputados que un empresario entregue millones de euros a la lucha contra el cáncer

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
10 jun 2017 / 08:08 h - Actualizado: 11 jun 2017 / 11:27 h.
"Desvariando"

No sé por qué se celebra que los artistas famosos de todo el mundo donen parte de su patrimonio económico a los pobres, víctimas de catástrofes naturales, atentados o enfermedades de difícil solución, y se critica de mala manera a empresarios como el español Amancio Ortega, que por lo visto todo lo que ha ganado a lo largo de su vida viene de la explotación laboral y toda la riqueza que ha creado no ha beneficiado en nada a nadie, solo a él y a los suyos. En España se critica todo, eso para empezar, aunque no es lo mismo que los dirigentes de Podemos donen a buenas causas parte de su sueldo como diputados –como la de seguir siendo diputados, o sea, de la casta–, que un empresario entregue millones de euros a la lucha contra el cáncer en su país.

Claro que Amancio Ortega ha explotado a trabajadores para montar el imperio que ha montado. ¿Solo este empresario? ¿Hablamos de los que se han aprovechado de la última crisis financiera para esclavizar a trabajadores a cambio de sueldos miserables en el campo, el mar, la hostelería o el transporte? Podemos irnos a la fresa o la aceituna. Incluso a los medios de comunicación. En España hay millones de sueldos de 300 euros al mes, muy por debajo del Salario Mínimo Interprofesional, casi la mitad. Desde 2008, crecieron en ocho millones los asalariados que cobran por debajo de esta cantidad. Trabajadores, además, entre 26 y 34 años, que es la edad en la que empiezas a formar una familia e intentas comprarte el pisito para pagarlo en treinta años, en los que tendrás que ser un esclavo y aceptar cualquier tipo de trabajo, aunque lo consideres indigno.

Algunos medios publican hasta un ranking de famosos solidarios, en cuya lista, por cierto, casi siempre aparecen solo artistas: cantantes como Juanes y Ricky Martin, actores como Brad Pit o Matt Damon o presentadores de televisión como Oprah Winfrey o Jesús Vázquez. Algunos de estos famosos han creado instituciones benéficas o prestan su imagen a alguna oenegé, y lo primero que pensamos cuando los vemos en los medios de comunicación con un negrito famélico en los brazos es que están explotando el asunto de la solidaridad con los necesitados, que solo es una operación de marketing. Cuando algún artista famoso presta su imagen a una institución benéfica está obligado a salir en los medios, porque el objetivo es que cunda el ejemplo entre otros famosos para poder ayudar a más personas.

A la nueva izquierda española no le gustan estos gestos de solidaridad de ricos y famosos, quizá porque consideran que los pobres y enfermos con escasos recursos son suyos. A nuestros pobres y enfermos ni nos los toquéis, que son los que nos votan. Los utilizan miserablemente para llegar y permanecer muchos años en el poder, como hizo Ada Colau con los desahuciados, que la llevaron nada menos que a ser la alcaldesa de una de las principales ciudades del mundo como es Barcelona. ¿Se acabaron allí los desahucios? Parece ser que hay menos, seguramente porque la crisis remitió algo, pero los sigue habiendo. Solo en el primer año de su mandato, Colau admitió más de trescientos por impago de alquileres o hipotecas, luego la puñalada trapera a sus votantes ha sido de órdago.

Si los diputados de Podemos pueden donar parte de sus sueldos a causas sociales, según ellos, y decirlo en los medios, ¿por qué no puede dar parte de su patrimonio económico Amancio Ortega para que una enfermedad como el cáncer sea menos devastadora? Los diez mejores hospitales del mundo para el tratamiento del cáncer están en Estados Unidos. ¿Cuántos enfermos de cáncer, si nos referimos a España, se pueden ir a alguno de esos hospitales para salvar su vida? Solo los que tienen mucho dinero o la suerte de que hagan una campaña en los medios de comunicación para recoger el dinero necesario. Que le digan a alguien con esta enfermedad, sin medios económicos, que Amancio Ortega lo humilla por donar millones de euros para esta causa, porque hacen falta aceleradores lineales de radioterapia, entre otros equipos muy costosos, que son los que salvan vidas.

Toda esta publicidad de las donaciones del empresario gallego en los medios no es nada positiva para la imagen de un país como España, que es una potencia económica y presume de una sanidad pública modélica. Quizá lo deseable sería que no se publicitaran tanto. Pero, desde luego, lo que es tremendamente negativo es esta guerra sucia contra la generosidad de los que pueden meter el hombro en asuntos como la sanidad, la cultura o la pobreza, sobre todo en momentos de crisis económica. Que a veces se esconden otras intenciones en esas donaciones, está claro, y el Estado debería controlar bien este asunto, que para eso está. Pero ir contra quienes quieren ayudar a que la vida sea mejor y más digna, es de bárbaros o de mamarrachos que también esconden opacas intenciones.

Se habla mucho de los millones de euros que dona Amancio Ortega, pero, ¿tienen idea de la cantidad de personas anónimas que son tan generosas o más que este empresario, aunque tengan menos dinero que él? Precisamente, España tiene fama de ser un país solidario, sobre todo ante graves emergencias. En esto somos el tercer país más dadivoso del mundo, por si no lo saben. Y estamos a la cabeza de donaciones de órganos desde hace un cuarto de siglo. ¿Por qué se habla tan poco de esto, que dice mucho de lo que somos como país, y tanto de las donaciones en metálico de Amancio Ortega? Porque somos así, solo por eso.

No creo que toda esta basura mediática vaya a servir para que el empresario, de los tres más ricos del mundo, se vaya a echar atrás, que podría hacerlo perfectamente. Y si lo hiciera, lo acusarían de insolidario o de miserable. Así que si es un negrero, que se diga y se denuncie. Pero es un contrasentido que se crucifique a un empresario español por querer ayudar a su país y, sobre todo, a esas miles de personas que luchan contra una maldita enfermedad que se lleva cada año a decenas de miles de personas solo en España.