Apaga la luz

Apagar las luces es un gesto muy simple y de gran valor simbólico en defensa del planeta, pero vista la relación de las compañías eléctricas con sus clientes mejor sería que las apagáramos en protesta por tanto abuso y desprotección

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28 mar 2015 / 20:13 h - Actualizado: 28 mar 2015 / 20:21 h.
"Medio ambiente","Energía"

Páseme inmediatamente con alguien que hable español, por favor! ¡Que me pase con alguien que me entienda, le digo! La indignación de la mujer iba en aumento y cuanto más le gritaba a la teleoperadora mayor era la parsimonia con que ésta le recitaba su respuesta aprendida como un papagayo con su acento ininteligible de la Bolivia profunda. Tanto le tocó las narices que la chica, entrenada a conciencia por la compañía Endesa para atender las quejas de sus clientes sin inmutarse, no pudo evitar saltarse el guión y respondió bastante alterada pero sin poder disfrazar su melodioso acento ultramarino: ¡Oiga, señora, que yo le estoy hablando en castellano! ¡Pues no me hable en castellano, hábleme en español! –repuso la reclamante en el colmo de la irritación.

La conversación continuó todavía un buen rato en la más absoluta de las incomprensiones hasta que la clienta se dio por vencida y llamó a un electricista para que reparara la avería. Luego, según pudo sacar en claro de la discusión con la empleada, tendría que reclamar en las oficinas de la compañía para que le devolvieran el dinero porque era un problema del contador. Bolivia, 1, España, 0.

Unas horas después de escribir estas líneas estaba previsto el apagón de La hora del planeta, una iniciativa de la organización ecologista WWF que cada año invita a ciudadanos, ayuntamientos, centros educativos, empresas y otros colectivos a apagar la luz durante una hora como símbolo de la lucha contra el cambio climático y para testimoniar que es posible un futuro basado en las energías limpias. La campaña, iniciada en 2007, se ha convertido en la mayor movilización global de lucha contra el cambio climático y hasta el momento ha logrado el apoyo de más de 7.000 ciudades y pueblos de 170 países y decenas de miles de entidades de todo tipo, así como el respaldo de gobiernos es instituciones de toda índole incluidas las Naciones Unidas.

Pues bien: yo creo que apagar las luces es un gesto muy simple y de gran valor simbólico en defensa del planeta, pero vista la relación de las compañías eléctricas con sus clientes mejor sería que las apagáramos en protesta por tanto abuso y tanta desprotección. Lo de la teleoperadora con el acento selvático está muy bien pensado como método disuasorio, pero desde ya les digo que entre mis opciones no figura rendirme frente a esta adversidad lingüística. Firmar un contrato con una compañía eléctrica es aceptar una convivencia en desigualdad y sin condiciones. Tú me tratas mal pero no tengo alternativa.

Si una pudiera irse de la compañía eléctrica como de la del móvil (es un decir) otro gallo cantaría. Aunque en el fondo el mercado de cualquier sector es una tarta que se reparten los nuevos oligarcas del consumo, el caso del suministro eléctrico es el colmo del vasallaje al monopolio más descarado y favorecido por los gobiernos de turno. Le cobro lo que me da la gana, le atiendo tarde y mal y me hago el sueco (o el boliviano) cuando me interesa. Eso es lo que hay. A ver dónde encuentra usted quien le suministre fluido para su vitro, su lavadora, su aire acondicionado y sus cargadores de móviles.

Los de La hora del planeta deberían reformular la campaña. «Apague la luz para luchar contra el cambio climático y contra el abuso de las compañías eléctricas». Ahora tienen cada vez más, miles de adhesiones en todo el mundo, pero si los consumidores lo entendieran también como un gesto indignado frente a tanta prepotencia (eléctrica), estoy segura de que millones de hogares se quedarían a oscuras no una, sino las horas que hiciera falta para mostrar su protesta. ¡Ay! ¡Recuerden cargar los móviles para que no les falte entretenimiento!