Apúntate a religión

La Iglesia trata de frenar el retroceso de la asignatura de Religión

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09 abr 2017 / 11:06 h - Actualizado: 09 abr 2017 / 11:06 h.

Es un hecho que en líneas generales en España se está produciendo un paulatino descenso del número de alumnos que cursan la asignatura de religión en la escuela pública. Esa caída se hace más acusada conforme avanzan los niveles educativos, de manera que con el cambio de primaria a secundaria y sobre todo a bachillerato el descenso salta significativamente a la vista. Hace unas décadas el alumno que elegía la asignatura de Ética era el raro de la clase, pero con el tiempo la progresiva secularización de la sociedad española ha dado un vuelco a esa situación y hoy sólo un tercio de los estudiantes de bachiller cursan la asignatura de religión, mientras que en los niveles de primaria y secundaria hace años que se mantienen igualados en torno al 50 por ciento los que eligen una u otra opción.

La Iglesia española, a través de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, acaba de lanzar una campaña para animar a padres y alumnos a «apuntarse» a esta asignatura. Es una campaña sencilla y directa, de una factura publicitaria impecable como viene siendo habitual en la institución (veinte siglos de proselitismo no iban a ser en vano) que apela a la necesidad de conocer y comprender para poder elegir en libertad y que hace especial hincapié en la profunda influencia del cristianismo en la construcción del mundo en el que vivimos: el arte, la cultura la historia, la política, las costumbres... una oferta incontestable para la formación de niños y jóvenes. También hace un guiño al respeto entre confesiones del que tan necesitados estamos en nuestros días y presenta la clase de religión como un espacio para la reflexión y el diálogo, más necesarios aún.

El vídeo dirigido a los chicos (hay otro para los padres) es un reclamo perfecto y me atrevo a decir que plantea una materia imprescindible en la escuela, pero naturalmente elude aspectos que es preciso tener muy en cuenta. En primer lugar, que el profesorado de Religión lo eligen las diócesis y no la administración educativa como el resto de los docentes, es decir, que aunque los pagamos todos con cargo a los presupuestos educativos, necesitan un título de idoneidad que sólo conceden los obispos. Y, aunque esta campaña insiste en que la asignatura no evalúa la fe sino los conocimientos, a ver cómo se pueden evitar que cada maestrillo tenga su librillo, sobre todo con el empeño que la Conferencia Episcopal tiene en que la Religión compute para la nota final de los estudiantes.

En los países de nuestro entorno se practican varios modelos de enseñanza religiosa: el multiconfesional (que es el que en teoría rige en España aunque de momento no hay más que unos cuantos profesores de religión evangélica en Madrid y no llegan a 50 los de religión islámica en toda España) el monoconfesional extraescolar y el cultural, que estudia la Religión como un hecho cultural. El primero de ellos parece ser el más acorde con el artículo 27 de nuestra Constitución, que garantiza el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Y a él apelan los obispos para que las familias apunten a sus niños a estudiar Religión, denunciando el recorte de horas que ha sufrido en algunas comunidades y la situación de diversos centros en los que directamente no se oferta la asignatura.

Entre lo que parece indiscutible –el retroceso de la religión católica en los centros escolares— y lo que anuncia esta campaña –una oportunidad privilegiada para la moral, los valores cristianos, la tolerancia, la cultura, el conocimiento y el diálogo–, yo sin dudarlo me apunto a lo segundo. Pero claro, con todo lo que ya sabemos de que una cosa es predicar y otra dar trigo... hasta que no lo vea, yo no me lo creo.