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Balance de una huelga general, política, revolucionaria y feminista en el Día de la Mujer

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17 mar 2018 / 20:36 h - Actualizado: 17 mar 2018 / 23:31 h.
  • Balance de una huelga general, política, revolucionaria y feminista en el Día de la Mujer

Millones de mujeres en el mundo se han manifestado, aún a costa de su seguridad en ciertos países, para denunciar las brutales desigualdades salariales, laborales y sociales en las que se desenvuelve su vida diaria en un mundo marcadamente machista, impregnado de un modelo económico que lo protege. La consecuencia del 8 de marzo pasado, Día Internacional de la Mujer, es una huelga, con varios calificativos. Para Enrique Gil Calvo (El País, 8 de marzo), catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid «la desigualdad entre hombres y mujeres funciona por cuatro resortes, como son la segregación laboral, la brecha salarial, el bloqueo de oportunidades de ascenso y la obligación de asumir la carga familiar». La huelga fue general porque implicaba a todo los sectores, llamando a secundarla tanto a mujeres como a hombres. Fue política porque pide un cambio que debe ser auspiciado desde la política, en definitiva un cambio de política sobre la mujer. La denominación de huelga política no contiene ningún sentido sectario o de utilización por parte de los partidos políticos. Ningún partido político la articuló, fue un movimiento de la sociedad civil (convocado por la Comisión 8M que agrupa a colectivos feministas de toda España) inspirado por la indignación, y también la desesperación ante una situación sin soluciones a la vista. Esta huelga fue revolucionaria, por que pide una respuesta revolucionaria, un cambio radical, ante una situación insostenible. Finalmente, la huelga fue feminista, organizada por las mujeres y sostenida fundamentalmente por ellas.

Parece que el primer uso de la palabra feminismo data de 1837, en Francia donde el socialista y uno de los padres del cooperativismo Charles Fourier lo utilizó para describir la situación de la mujer en un mundo utópico. Como manifestaba Carmen Lomana, periodista, en El País del día 8 de marzo, «el feminismo del siglo XXI deberá ser global como por primera vez a empezado a ser», apareciendo en todas partes y en todos los sectores, Un indicador importante es la aparición del movimiento Me too (Yo también), surgido para denunciar el acoso sexual en la industria americana del cine. Como indicaba Patricia Reguero en El Salto (marzo), «la relación entre mujeres y huelga no es nueva ni exótica, de las cigarreras o las trabajadoras del textil hasta la recientes movilizaciones de las kellys, la organización de las mujeres en sus trabajos desborda el contexto laboral y despliega una agenda que va más allá de las reivindicaciones tradicionales sobre el salario». Hubo movilizaciones en 170 países, pero España es el único donde la huelga tuvo el aval de los sindicatos; todo un logro y hay que aplaudirlo.

El 82 por ciento de los hombres consideran esta huelga como necesaria. Recordemos algunas de las razones para la huelga en España, pero hay muchas más: la exigencia en relación con que la igualdad entre hombres y mujeres sea real y efectiva y no solo algo recogido en la legislación; mujeres cuidando solas a sus hijos con un inmenso amor; mujeres angustiadas por sus hijos desaparecidos o asesinados, como Patricia, la madre de Gabriel; la brecha salarial, las mujeres ganan un 13 por ciento menos que los hombres en tareas similares; mayores dificultades para acceder al mercado laboral, siendo el 58,2 por ciento de la población inactiva y una tasa de paro de 51,7 por ciento); los contratos de las mujeres son más precarios, concentrando el 73,9 por ciento de los contratos a jornada parcial, y el 67 por ciento de los trabajos a media jornada en puestos temporales; la división sexual del trabajo en relación con el trabajo doméstico al que las mujeres dedican el doble de horas que dedican los hombres, unas 25 horas frente a 13 horas, y el 93 por ciento de las excedencias para el cuidado de a descendencia se la toman las mujeres; la terrible lacra de la violencia machista y la extensión del denominado micromachismo que impregna la sociedad; el acoso sexual en el trabajo; el miedo a salir de noche porque no sabes que te vas a encontrar. Como curiosidad, en el mundo diplomático solo suponen el 26 por ciento.

Pero peor es la situación de mujeres catedráticas de universidad que constituyen sólo el 20 por ciento del total de cátedras en el marco de 48 universidades de España; alguna con un número de mujeres catedráticas del 6 por ciento del total. Razones de más para una huelga general, política, revolucionaria y feminista. En más de 170 países se ha convocado esta huelga por el Día Internacional de la Mujer, un 8 de marzo globalizado en una globalización que sí construye. Son distintos países con el mismo grito de negación de una desigualdad injusta y vergonzosa, desde América del Sur a Asia, de África a Europa, América del Norte y Australia. Este feminismo global no se apreciaba con tanta fuerza desde los tiempos de la internacionales obreras donde la mujer tuvo una lucha muy activa., sufriendo por ello. «Un feminismo tan global como la desigualdad que combate» ha escrito Lluís Bassets. Para el papa Francisco «la Iglesia es mujer», y ha pedido una reflexión para que se erradique la cultura machista de la Iglesia y se ponga fin al clericalismo que identifica el ministerio ordenado como derecho a mando. Parar para cambiarlo todo, o sin ellas el mundo se para son unos magníficos lemas para poner de manifiesto que las huelgas de mujeres, como la del 8 de marzo, trascienden el mundo laboral y constituyen un elemento esencial, revolucionario, para la transformación de realidades injustas. El mayor logro de esta huelga es que podría ser el punto de partida para un proceso social que lo cambie todo, en la sinergia de un movimiento conjunto de hombres y mujeres, con vocación revolucionaria, que posibiliten otro mundo más equitativo de todos hacia todos, y donde la mujer no sea un sexo de segunda clase. Escribía Sara Plaza, en relación con la huelga, en El Salto, en el número de marzo, que «las mujeres enfrentan el reto pararlo todo incluyendo a todas». En definitiva, de acuerdo con esta periodista, «el reto es convocar una huelga laboral, de cuidados, educativa y de consumo –una huelga general– que constituya una enmienda a la totalidad de una forma de organización que es la base de todas las violencias machistas». La mujer ha hecho historia en este 8 de marzo, reuniendo en las calles de España a seis millones de personas, la mayoría mujeres, en su huelga feminista.

En España, 120 ciudades mostraron de forma clara a sus mujeres en huelga. Las mujeres españolas lograron el día 8 de marzo una movilización sin precedentes contra la desigualdad de género, un día histórico a favor de la igualdad y la justicia. De lo que no se habla no existe, y este 8 de marzo ha dado mucho de qué hablar, y pensar. El pensamiento lleva a la acción, y la acción transforma. La huelga por la igualdad ganó las calles de España, solo falta que sea el principio del fin de un mundo injusto para las mujeres y también para los pobres y descartados del mundo, incluida España, donde hay mucho que arreglar.