Cinco tesoros

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22 feb 2016 / 18:00 h - Actualizado: 22 feb 2016 / 23:33 h.
"Cofradías","Cuaresma"

Qué verdad más grande esa de que a veces tiene que venir gente de fuera a abrirnos los ojos para que valoremos en su justa medida lo que tenemos entre las manos. Me ha ocurrido este fin de semana con un grupo de cinco monjas –Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús del Monasterio de Campogrande en Valladolid– que han estado de visita en nuestra ciudad entre otras cosas para pedir convento después de que las desahuciaran del suyo. Por los lazos de amistad que mantienen con un buen compañero y grandioso amigo, me tocó hacer de cicerone en una de las vivencias cofradieras, propias de la Cuaresma, que las madres Olga y Pilar –rememoró sus recuerdos de la Semana Santa de cuando tenía 13 años– y las hermanas Ana, Inmaculada y Teresa habían programado en su particular agenda. Las acompañé en la Basílica de la Macarena, donde el hermano mayor, Manolo García, lo dispuso todo para el mejor recibimiento a las religiosas. Disfrutaron y de qué forma con el besapiés al Señor de la Sentencia, buscaron ansiosas el perfil que ríe de la Virgen de la Esperanza cuando tuvieron la ocasión de verla en los espejos de su camarín, mostraron el mejor de sus agradecimientos en el libro de firmas del citado besapiés, ya en el tesoro de la hermandad se ilusionaron como niñas en mañana del Día de Reyes cuando contemplaron los zapatitos de plata del Niño Jesús que duerme en los brazos de la Virgen del Rosario, se emocionaron cuando les conté algunas de las vicisitudes de la corporación, se asombraron con la majestuosidad de ese misterio en el que se lee la injusta sentencia de cruz y se deleitaron contemplando los bellos bordados de los mantos de salida de la Señora o la cumbre de la joyería que en forma de corona salió del taller de Reyes. Y como son monjas a la última en cuestiones tecnológicas gustan de mostrar en vídeo lo que viven (por si gustan: https://www.youtube.com/watch?v=hQQdP0s2_lI). Me cuentan que lo mismo les pasó en Santa Ana ante el Señor de las Penas y la Virgen de la Estrella, ante el Cachorro en su basílica trianera y en el correspondiente pescaíto frito, que para todo hubo tiempo. Esos ángeles del Señor han venido a Sevilla a recordarme que la Semana Santa es precisamente eso más allá de mayordomos amantes de lo ajeno o desavenencias a propósito de tiempos e itinerarios. ~