Pequeños detalles son los que muchas veces le dan explicación a los grandes acontecimientos, aquello nimio que muchas veces pasa desapercibido puede ser un buen elemento de análisis. Uno de los principales problemas que tiene nuestro país y todo el mundo desarrollado es el envejecimiento de sus poblaciones. Hoy en España la población mayor de sesenta y cinco años es superior a la población menor de quince y todo apunta a que esta tendencia se irá incrementando con el paso del tiempo. Por pura lógica debemos pensar que todo se diseñará teniendo en cuenta esta realidad, una realidad que supondrá la presencia de millones de personas incapacitadas para cuestiones básicas de la vida. No se trata de la puesta en cuestión del modelo de pensiones o de los abundantes gastos sanitarios que genera una población así, a lo que me refiero es al diseño de la vida cotidiana, al diseño de las ciudades, de los domicilios o de los productos básicos de consumo.
Los pequeños detalles son importantes porque tengo la impresión de que el mundo empresarial echa poca cuenta a un asunto que ya afecta a millones de personas y que algún día se impondrá. Sin ir más lejos la simple apertura de una cerveza con tapón a rosca, un bote que precisa romper con fuerza el precinto del tapón o el precinto de una bombona de butano son hoy productos casi inalcanzables en su uso para poblaciones mayores. Tener en cuenta estos pequeños detalles supone apostar por un modelo más democrático e inclusivo de vida y de consumo, supone hacer la vida más fácil. Pequeño pero importante para nuestros mayores.