Se le está poniendo cara al Sevilla de liarla. Perdón: de volver a liarla. Casi como si el tiempo no hubiera pasado, este Sevilla que algunos insisten en etiquetar de suertudo está calcando las sensaciones de la recordada primavera del curso pasado. Da igual que en la Europa League le vuelvan a tocar eliminatorias puñeteras. Da lo mismo que las lesiones le hayan asolado durante un mes. Ni siquiera importa mucho que la portería esté defendida en el tramo más importante de la temporada por los dos porteros del filial. El Sevilla es una máquina de aniquilar rivales. Tan engrasada la tiene Unai Emery (perdón otra vez: don Unai Emery), que al hincha sevillista le entra la risa floja nada más ponerse a pensar en que el sábado la líe y le gane al Barcelona. Es difícil. Muy difícil. Llegará el día en que alguien se vaya con los tres puntos del Sánchez-Pizjuán, por supuesto. Y puede ser perfectamente este fin de semana. Nada es eterno. Pero mientras la temporada transcurre y todos somos incapaces de valorar en su justa medida el temporadón histórico que está realizando el Sevilla, no hay razón para descartar que este Sevilla pueda llegar lejos de nuevo en Europa y colarse en el podio de la Liga. Compitiendo, bajo el modelo de vender caro y comprar barato, con un Valencia resucitado por un magnate asiático y liberado de compromisos extra y con un Atlético catapultado por el mejor entrenador de su historia y con recursos de todo tipo para paliar sus dificultades económicas. Como dijo Enric González anteayer en un acertado resumen de la resurrección del Sevilla de entre los mediocres: se trata del milagro del Sevilla.
Es difícil, insisto. Volver a llegar a la final de la Europa League (no digo ya repetir título) y colarse entre el Atlético y el Valencia está complicado. Pero si alguien puede es el Sevilla, rodeado siempre de un halo de magia que le hace ser especial. No es un equipo cualquiera. Si alguien puede es este Sevilla de Emery, que sabe controlar a los enfadados, exprimir a los primeros de la clase, aprovechar a los suplentes de lujo que le colocó Monchi y adaptar el Sevilla al mundo y no al revés. Para esto está el fútbol. Para que al hincha del Sevilla le entre repeluco pensando en el sábado...