Como que existe Dios

Image
10 jun 2017 / 21:51 h - Actualizado: 10 jun 2017 / 21:53 h.
"La trastienda hispalense"

Ayer, los judíos celebraban, como de costumbre, el sabbat o día sagrado de la semana judía que comenzó el viernes con el kidusch o bendición del vino y los alimentos con salmos cantados para que la relación con Dios siga siendo estrecha y llena de bendiciones recíprocas.

Entre mesas del sabbat, rebobino el carrete de mis pasos en esta tierra en la que se reconoce la libertad religiosa y donde las tres grandes religiones monoteístas conviven a la perfección entre miles de peregrinos de todo el planeta que, como yo, viajan a Tierra Santa para enriquecer los códices de los sentimientos y alimentar las retinas de la memoria.

La Basílica de la Natividad me abrió sus puertas a muy poca distancia de la frontera del eterno conflicto y del triste muro de la resignación para propios y extraños.

Posar la mano sobre la estrella plateada que cobija la gruta del nacimiento, levanta pasiones y lágrimas al más pintao, sea del lugar que sea... Los cantos de alabanzas confraternizan las diferentes lenguas del mundo entre las viejas columnas que sostienen uno de los templos cristianos más antiguos de la humanidad, no en vano fue construido por el emperador Constantino I, el siglo IV después del nacimiento de Cristo.

Ortodoxos griegos, armenios evangélicos y católicos se hermanan y viven en el Portal de Belén, que sigue guardando su estampa histórica en uno de los patios interiores y en los pesebres de madera de olivo que cientos de palestinos venden por las calles, entre rosarios y cruces de artesanía.

La Santa Cruz en Jerusalén, preside hasta las piedras del desierto de Judea y la escaparatería israelita desde el aeropuerto a la Vía Dolorosa, donde la Madre y Maestra Hispalense siempre late en el gran viacrucis del universo cristiano, orgullo patrio para un nazareno del Silencio como el que suscribe esta trastienda, que hoy llevé a cabo a la vieja usanza de pluma y libreta, bajo la umbría de un viejo olivo cercano a la Puerta de Jaffa y a la Torre de David.

La Pasión de Cristo me espera en una particular Semana Santa que los hados del destino han querido que yo viva en la Carrera más oficial de cuantas creara el Consejo de Hermandades y Cofradías del mundo... No sé como será, ya os contaré, pero de lo que sí estoy seguro es que en algún lugar del recorrido, me daré de cara con Jesús Nazareno y el Gran Poder del Hijo de Dios... Seguro, seguro. Tan seguro como que existe Dios.