Cría cuervos...

23 mar 2017 / 22:28 h - Actualizado: 23 mar 2017 / 22:28 h.

Con el paso de los años me pregunto cómo es que la mayoría de los padres de mis amigos, y los míos propios, no acabaron en la cárcel. No, no se crea que yo vivía en una barrio marginal donde nuestros progenitores traficaban con droga o atracaban bancos a punta de pistola. Familias normales, pero que en determinadas ocasiones daban un cachete a sus hijos para acabar con las tonterías a tiempo. No me refiero a palizas ni malos tratos. Me refiero a un buen cate a tiempo. Pero eso ha pasado de «santa medicina» a ser causa de detener a los padres. Lo último ha sido una criaturita de 15 años a la que su madre le quitó el móvil (al que estaba enganchado) para que estudiara. Resultado: discusión, zarandeo y el niñato que denuncia a la madre por «malos tratos». Se admite la denuncia y se pide para la madre nueve meses de cárcel. Gracias a Dios se ha impuesto la cordura y ha sido absuelta. Pero ello nos deja un profundo debate. Estamos criando monstruos acostumbrados a que todo les caiga del cielo, niñatos cuyo máximo esfuerzo es el de agacharse para enchufar el cargador del móvil. Estamos criando a una generación más preocupada por sus derechos que por sus deberes (que por cierto, son inherentes). La educación en casa tiene culpa, por supuesto, pero también esas leyes educativas del buenismo, donde un niño podía y debía pasar de curso a pesar de suspender unas cuantas. Pobrecito, no se vaya a marginar. Y el maestro, claro, con cara de carajote. Pues nada, cría cuervos...