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Pasa la vida

Dádivas a los rufianes del taxi y desdén a los pobres más cívicos

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
23 nov 2018 / 09:51 h - Actualizado: 23 nov 2018 / 09:57 h.
"Pasa la vida"

Son legión los andaluces que sufren a diario situaciones de injusticia, desigualdad, marginación, precariedad. Por ejemplo, miles de dignísimas personas que habitan en Sevilla en Amate. Los Pajaritos, Candelaria y Madre de Dios. Son, sobre todo desde comienzos de siglo, de las barriadas españolas más hundidas en la pobreza y bajo el acoso del lumpen. Una representación de sus vecinos se manifestó con impecable civismo el pasado martes 20 ante la puerta del Palacio de San Telmo, sede del Gobierno andaluz. En su pancarta, el lema '¡Soluciones ya!'. Lo suyo no es oportunismo en el río revuelto de la campaña electoral. Se concentran cada semana ante la sede de su distrito. La Plataforma Cívica Tres Barrios-Amate no solo denuncia el incumplimiento de promesas y planes aprobados desde los organismos públicos para atajar el deterioro de sus condiciones de vida en lo concerniente a empleo, educación, asistencia social, etc. Está alertando sobre la creciente inseguridad que sufren no solo en las calles, sino incluso en el interior de sus bloques de pisos, porque aumenta el intercambio y ocupación de viviendas por parte de clanes del narcotráfico.

Tan ensimismados están todos los partidos en sus estrategias de mercadotecnia electoral, y tan aleccionados para airear las contradicciones de sus oponentes y tapar las propias, que en ese juego todos olvidan que la prioridad es estar al servicio de la buena gente de los barrios más pobres. La población que tiene un sentido más acendrado del respeto a la ley, del cumplimiento de las normas, de los procedimientos para encauzar la participación ciudadana. Pese a tantos años de postergación y desdén, no se apaga su esperanza en las vías democráticas. Su mundo no es el del tráfico de influencias, el boicot o las puertas giratorias.

La desatención a los pobres, que nunca bloquean la vida cotidiana de su ciudad ni se erigen en grupos de presión, contrasta con lo mucho y grave consentido a los rufianes que manipulan a su antojo el funcionamiento del servicio público del taxi. Su irrupción en la campaña electoral para reventar el mítin del PSOE en San Juan de Aznalfarache que iba a encabezar Susana Díaz, es solo la continuidad de lo que desde hace décadas acontece en Sevilla. A las bravas en lugares tan estratégicos para el correcto funcionamiento de la capital andaluza como la parada de taxis del aeropuerto de San Pablo. Conculcando la igualdad de oportunidades a la que tienen derecho todos los taxistas. O atascando adrede el entorno del Palacio de Congresos y Exposiciones durante la celebración del Salón Internacional del Caballo, que es, de todos sus eventos, el más multitudinario y el que más beneficio reporta a la economía de la provincia de Sevilla. Cada acción de ese tipo perjudica a la mayoría de los honestos taxistas, porque favorece que cada vez más personas simpaticen con las prestaciones que ofrecen Cabify o Uber.

Han de reflexionar muchos políticos sobre las consecuencias que depara a la larga, en cualquier ámbito, ser condescendientes con los chantajes de quienes subvierten el recto proceder en la gestión del bien común, y a la par ser desdeñosos con quienes padecen cívicamente las más graves carencias de bienestar social, y la tremenda inseguridad que suponer convivir con la delincuencia organizada metiéndose dentro de sus bloques de pisos. En la España del 'Teruel existe' a quien se ha dado privilegios y se ha consentido lo indecible es a quienes sitúan a Gabriel Rufián en el Congreso de los Diputados para degradar la calidad de nuestra democracia. Si los rufianes del taxi campan a sus anchas como titulares de una licencia de servicio público es porque se le ha dado categoría de normalidad a abusar del prójimo mediante prácticas mafiosas.