La vida del revés

Dos grandes lacras

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19 dic 2018 / 09:24 h - Actualizado: 19 dic 2018 / 09:26 h.
"La vida del revés"
  • Jóvenes del instituto de la localidad onubense de Zalamea la Real colocan carteles realizados por ellos mismos en repulsa por la muerte de la joven zamorana Laura Luelmo. EFE / Julián Pérez
    Jóvenes del instituto de la localidad onubense de Zalamea la Real colocan carteles realizados por ellos mismos en repulsa por la muerte de la joven zamorana Laura Luelmo. EFE / Julián Pérez

La sociedad española vuelve a tener sobre la mesa dos asuntos que la degradan cada día que pasa.

Algunos hombres se empeñan en que la lacra que conocemos como ‘violencia de género’ siga siendo motivo de vergüenza y preocupación. Si bien es cierto que las cosas han mejorado en los últimos lustros y que la labor pedagógica parece que va calando (muy poco a poco) en la mayoría de los hombres; las muertes, los abusos, las violaciones, las agresiones de todo tipo y las vejaciones a las mujeres siguen existiendo, siguen destrozando futuros, siguen causando destrozos emocionales y muertes.

Por esta razón, hay que tener mucho cuidado con el lenguaje al referirnos a este asunto. Mejor ni una broma, mejor ni una afirmación que pueda llevar a confusiones. Laura Luelmo no ha podido, ni siquiera, denunciar.

Por otra parte, leyendo el historial de este animal sin escrúpulos que han detenido acusado de la muerte de Laura Luelmo (seguro que la Guardia Civil lo ha hecho teniendo muchas más pruebas que solo un expediente delictivo lamentable), uno se pregunta si debemos seguir consintiendo que los malos salgan de la cárcel sin que se tenga la certeza de estar recuperados, sin que se hayan cumplido las condenas por completo. Este sujeto ya había matado, este sujeto ya había intentado abusar de otra mujer, este sujeto es un mierda que no pinta nada entre la gente de bien. Como España es un país en el que el buenismo se impuso hace muchos años, como España está lleno de buenas personas, tenemos las cárceles llenas de indeseables que se frotan las manos sabiendo que van a estar un rato entre rejas (comparado con las penas que deberían cumplir algunos, efectivamente, están un ratito) y soportamos su maldad una y otra vez. Del mismo modo que se debe aplaudir a aquellos que logran reinsertarse después de meter la pata y pasar una temporada a la sombra, debemos acabar con la carga de estar amenazados por personas que ya sabemos que son malos y no merecen vivir entre personas normales.

La sociedad española vuelve a tener sobre la mesa dos asuntos que la degradan cada día que pasa. Y los políticos a lo suyo, a sumar votos utilizando tragedias como estas. Luego nos quejamos de la llegada de formaciones políticas que prometen cadena perpetua y, al mismo tiempo, afirman que las denuncias que presentan las mujeres, siempre, son falsas.

Es buen momento para recordar un sermón del pastor luterano Martin Niemöller (1892-1984) en su sermón de Semana Santa en la ciudad de Kaiserslautern (1946): ‘Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas/guardé silencio/ porque yo no era comunista./ Cuando encarcelaron a los socialdemócratas/ guardé silencio/ porque yo no era socialdemócrata./ Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas/ no protesté/ porque yo no era sindicalista. /Cuando vinieron a llevarse a los judíos/ no protesté/ porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme/ no había nadie más que pudiera protestar’.

Cuidado con las degradaciones morales y éticas de una sociedad. Si no se resuelven, las cosas van a peor con seguridad.