El delegado del Gobierno de Andalucía y el sectarismo

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29 oct 2016 / 22:49 h - Actualizado: 30 oct 2016 / 17:04 h.

Hay coincidencia general en reconocer la intensa labor desplegada por el actual delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz. Su capacidad de entrega y sacrificio a las funciones que desempeña están fuera de toda duda. Hasta sus contrincantes más acérrimos no tienen más remedio que admitir su proverbial compromiso con la misión que se le encomiende, sea la que sea, tal y como lo ha demostrado en su ya dilatada carrera política. Ha ejercido numerosas funciones, en general relacionadas con la labor orgánica dentro de su partido, el PP, como en las tareas parlamentarias en donde siempre se mostró como un político duro y correoso, pero, al mismo tiempo, capaz de llegar acuerdos con sus rivales y, además, lo más importante, cumpliendo las obligaciones adquiridas. En definitiva, se ha ganado a pulso el respeto del que goza actualmente, pese a los vaivenes que ha sufrido en su trayectoria, siempre muy ligada a Javier Arenas en lo que supone, por cierto, otra de sus características como es su alto sentido de la lealtad hacia quien fue su máximo impulsor así como a su propio partido.

Puede considerarse, sin lugar a dudas, como uno de los representantes del gobierno central en Andalucía más activos de los habido hasta ahora sin que, ni siquiera, el período estival sirviera de excusa para la relajación sino todo lo contrario ya que durante el verano ha estado acaparando toda la atención posible. Una estrategia de puro trabajo que ha sido vista con suspicacias en la Junta cuyos dirigentes provinciales se veían desbordados por su irrupción continúa así como, también, en su propio partido en donde algunos, incluso, lo ven poco menos que como un competidor más, robándole protagonismo a Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente del PP Andalucía. Sanz responde de esta manera a esa norma no escrita que señala que en la política los espacios se conquistan, no se otorgan y eso vale para todos, para los ajenos y los propios.

Tan brillante papel, sin embargo, puede quedar empañado por el sectarismo, uno de los males que corroen la vida política española y del que parece no estar a salvo nuestro delegado. En este sentido, resulta bochornoso observar el esfuerzo que hace para retorcer la realidad creando espacios para el mayor lucimiento de los suyos sin importarle el resto de administraciones públicas, tales como ayuntamientos y la misma Junta, como si estas instituciones no formaran parte del Estado que él representa en nuestra comunidad. Lo último ha sido la presentación de un supuesto convenio con la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, para la gestión de nada menos que 300 millones de euros con destino al impulso de la economía y lucha contra el paro en la provincia de Cádiz. O esa, la propia administración llega a acuerdos consigo misma montando el numerito de la firma y acaparando toda las fotos de las que dejan fuera, por supuesto, al resto de entidades.

Podrá decirse que estamos ante una práctica muy común entre los políticos de uno y otro color, pero lo de Sanz no deja de ser una descarada actitud permanente de ganar protagonismo en tierra hostil, en donde se enseñorea la hegemonía socialista, cueste lo que cueste, aunque sea montando actos banales rodeado de los suyos y en un manifiesto desprecio a los demás. Pero donde se llega a generar más inquietud por esta deriva, si cabe, es en la escasa por no decir que nula respuesta de la policía, de la que es máximo responsable aquí, cuando se trata de atajar conductas claramente delictivas y de las que están siendo víctimas, por ejemplo, los integrantes del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Jerez, todos ellos pertenecientes al PSOE. Conviene no perder de vista la permanente persecución que están sufriendo dicho ediles quienes soportan de una forma heroica graves amenazas, agresiones físicas, daños en sus vehículos y viviendas, y todo tipo de vejaciones ante sus propios hijos e, incluso, en actos públicos que se encargan de reventar, uno tras otro. Y así desde hace más de un año sin que, hasta ahora, la Policía haya sido de capaz de poner fin a este salvajismo, a esta especie de terrorismo de baja intensidad, ni, tampoco, a esclarecer mínimamente la autoría de los más exaltados pertenecientes a un muy concreto colectivo del personal municipal. Sería muy grave que fuera cierto que tal ineficacia policial pudiera estar ligada con los deseos del PP para que caiga en sus manos, cuanto antes, tan preciada alcaldía que perdieron en las pasadas elecciones municipales.

Lo cierto es que debe ser el propio Sanz el principal interesado, tal y como está obligado, en poner los medios para el normal desarrollo de la vida política, en este caso de Jerez, además de los propios afectados cuya integridad física está seriamente amenazada. Porque, si no es capaz de resolver este problema habrá que pensar que el virus del sectarismo ha hecho de las suyas en Sanz por mucho trabajo y muchos kilómetros que emplee en favor del Gobierno de España.