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El día violeta

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06 mar 2016 / 17:46 h - Actualizado: 06 mar 2016 / 19:14 h.
"Viento Sur"

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Entre el ritual y la memoria, cada ocho de marzo, hablamos en femenino plural. El día de la mujer nos deja un rastro de movilizaciones, actos sociales o incluso deportivos, entre la tribuna del Betis y las entregas de premios. También, año tras año, un nudo en la garganta: el de quien bien te quiere y no debería hacerte llorar, el del amor que, como la letra, no entrará nunca con sangre.

¿Dónde empieza la violencia contra la mujer? ¿En qué momento exacto se activa ese oscuro mecanismo de la barbarie que nos arrastra desde la supuesta ternura de un hogar a la crudeza de las páginas de sucesos? Al menos una vez cada 365 días tendríamos que salir como zahoríes a buscar el origen de esas casi acostumbradas muertes del terror machista. Quizá haya que husmear sus huellas hasta una rancia educación de siglos, cuyo reparto de roles entre hombres y mujeres sigue siendo una presencia indeleble en nuestro ADN colectivo. Ignoro si habría que buscar cómplices necesarios en aquellos que ante las masivas denuncias de esta masacre siguen objetando que también hay mujeres que matan, que pegan o que humillan, como si ni siquiera hubiese derecho a excepciones o existiera a las claras una marca de fábrica para tanto crimen, una sociedad limitada a la que llamamos patriarcado, que se va diluyendo en determinados oficios pero que sigue muy presente en donde se cuece el poder real, como los consejeros de administración del Ibex, sin ir más lejos.

Tampoco vendría mal que formuláramos alguna que otra pregunta capciosa, como por ejemplo, si la primera bofetada que recibe una mujer es en su salario, más de veinte puntos por debajo de sus compañeros, un abuso tolerado por todos y contra el que ni siquiera existe un teléfono de emergencia al que llamar. Feliz día, mañana, mujeres del mundo. Los hombres tenemos todavía que ganarnos el derecho a celebrarlo.